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Fotografía tomada del portal Zenda |
Todo lo que llevo dentro
está ahí fuera.
Se ha hecho -fiel a sí mismo-
mi evidencia.
Mis pensamientos son montes,
mares, selvas,
bloques de sal cegadora,
flores lentas.
El sol realiza mis sueños,
me los crea
y el viento pintor, errante,
-luz, tormenta-
pule y barniza mis óleos,
mis poemas,
y el crepúsculo y la luna
los avientan.
Podéis tocar con las manos
mi conciencia.
Gozar podéis con los ojos
-negro y sepia-
los colores y las tintas
de mis penas.
Y eso que os roza el labio,
bruma o seda,
es mi amor -flores o pájaros
que revuelan-
mis amores, criaturas
libres, sueltas.
Todo lo que fuera duerme,
queda o pasa,
todo lo que huele o sabe,
toca o canta,
conmigo dentro se ha hecho
viva entraña,
víscera oscura y distinta,
sueño y alma.
Si pudierais traspasarme
os pasmarais.
Todo está aquí, aquí dormido.
Dibujada
llevo en mi sangre y mi cuerpo
cuerpo y sangre de mi patria.
Luces y luces de cielo,
cosas santas.
Todo lo que está aquí dentro
fuera estaba.
Todo lo que estaba ahí fuera
dentro calca.
El universo infinito
me enmaraña;
auscultadme, soy su cárcel
sin ventanas.
Escuchadme, dentro, fuera,
donde os plazca.
Mis más íntimos secretos
por el aire los pregonan
y los cantan.
GERARDO DIEGO CENDOYA (Santander, 3 de octubre de 1896 - Madrid, 8 de julio de 1987). Poeta español miembro de la Generación del 27. Estudia Letras en la Universidad de Deusto, aunque se licencia en la Universidad de Madrid. En 1920 obtiene la plaza de Catedrático de Lengua y Literatura e imparte clases como profesor de instituto en distintas ciudades españolas, como Soria, Santander, Gijón o Madrid. Su actividad literaria comienza a una edad muy temprana, publicando en 1918 su primera obra, el cuento La caja del abuelo, en El Diario Montañés. Durante estos primeros años colabora en distintas publicaciones, como la Revista Grial, la Revista Castellana y diversas revistas vanguardistas - Grecia, Reflector o Cervantes. Su primer libro de poesías, El romancero de la novia, ve la luz en 1920. Durante su estancia en Gijón mantiene una gran actividad literaria, fundando las revistas Carmen y Lola y manteniendo contactos con el resto de los integrantes de la Generación del 27. Este grupo de poetas se da a conocer tras la publicación en 1932 de su antología Poesía española: 1915-1931. Durante los años de posguerra Gerardo Diego continúa con su actividad poética con obras como Ángeles de Compostela, Alondra de verdad o Romances. Durante los siguientes años el poeta mantiene su intensa actividad, publicando nuevos libros, viajando y recibiendo numerosos homenajes y premios. En 1962 obtiene el Calderón de la Barca por su retablo escénico "El cerezo y la palmera", su incursión en el teatro. El gran reconocimiento del autor llega en 1979 con la concesión del Premio Miguel de Cervantes, que comparte con Jorge Luis Borges.
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