Rogelio Villarreal: la crítica como forma de vida, entrevista con Nadia Contreras


Programa “Laguneros por México, laguneros por el mundo”, del Instituto Municipal de Cultura y Educación de Torreón y la Coordinación de literatura.

Nadia Contreras (NC): Damos inicio a la transmisión. Sean todas y todos bienvenidos. Estoy muy contenta de estar acompañada por el maestro Rogelio Villarreal. Soy Nadia Contreras, ya muchos me conocen, y esto es “Laguneros por México, laguneros por el mundo”, un programa del Instituto Municipal de Cultura y Educación de Torreón y de la Coordinación de Literatura.
 
Este espacio busca reconocer a quienes, nacidos en la Comarca Lagunera, han dejado huella significativa en la cultura, el pensamiento, las letras, dentro y fuera del país. Y Rogelio, sin duda, es un ejemplo claro de eso. Una voz clave en el periodismo cultural, en la edición independiente y en la contracultura en México.
 


Rogelio Villarreal (RV): Muchas gracias por la invitación, Nadia. Me da mucho gusto, de verdad. Qué gusto platicar contigo y con la gente de allá, de Torreón. Extraño mucho a mi tierra.
 
TORREÓN, UNA RAÍZ QUE NUNCA SE CORTA
 
NC: Tú naciste en Torreón el 16 de septiembre de 1956… y algo que me dio mucha alegría fue descubrir que compartimos cumpleaños. ¡Yo también nací un 16 de septiembre! Qué bonita coincidencia.
 
RV: ¡Ah, mira nada más! Qué buena onda. Pues sí, otra cosa más que nos conecta.
 
NC: Y bueno, tu biografía es larguísima: narrador, ensayista, editor, traductor, fotógrafo. Estudiaste periodismo en la UNAM —aunque no la terminaste— y fotografía en la Escuela Activa. Fundaste revistas como La Regla Rota y La Pus Moderna allá por los noventa. Actualmente diriges Replicante, una revista provocadora, crítica. También das clases y talleres… Pero a mí me interesa mucho comenzar con la memoria. ¿Qué representa Torreón para ti? ¿Qué queda de esa ciudad en tu visión actual?
 
RV: Fíjate que aunque salimos muy chicos de Torreón —mis papás se mudaron a la Ciudad de México buscando mejores oportunidades— nunca dejamos de regresar. Siempre que podíamos, ya fuera en Semana Santa, en verano, en Año Nuevo… volvíamos. Allá estaban los tíos, los primos, la casa de mi abuela, el río Nazas, los sembradíos, los campos de algodón. Era como regresar a una libertad total, al desierto, a un paisaje muy nuestro. Para mí, volver a Torreón era desconectarme del caos de la Ciudad de México y respirar otro ritmo, otra vida.
 
NC: Es como si la infancia siguiera viva cada vez que regresabas. Pero cuando vuelves hoy a Torreón, ¿qué es lo que más te llama?
 
RV: ¡El pan francés! Para mí es uno de los panes blancos más ricos del mundo. Bien doradito, recién salido del horno, acompañado de huevos con jamón o con salsa… una delicia. Y claro, las carnes asadas, los tamales, los platillos que hacía mi mamá. No era una cocina muy variada, pero sí entrañable. También recuerdo mucho el río Nazas, cuando todavía estaba seco, antes de las inundaciones de los sesenta. Ir allá era como entrar en otro mundo, en lo salvaje.
 
LA FIGURA DEL PADRE Y LOS ORÍGENES DEL OFICIO
 
NC: Has dicho que tu papá fue una figura fundamental en tu formación: editor, corrector, militante. ¿Cómo fue crecer con ese modelo?
 
RV: Fue una educación muy natural. Desde chicos estábamos rodeados de libros. Mi papá nos llevaba cuentos, enciclopedias, libros ilustrados. Íbamos a ferias del libro, hablábamos de autores. Mi mamá también leía mucho. Nunca nos obligaron a leer, pero la lectura era parte de la vida cotidiana. Luego, cuando mi papá fundó una editorial con unos amigos —la Federación Editorial Mexicana— empezamos a ayudarlo. Revisábamos pruebas de galeras, entregábamos libros, íbamos a las imprentas. Aprendí el oficio completo: desde corregir un texto hasta ver cómo se forma un pliego, qué tipo de papel se usa, cómo se encuaderna.
 
NC: Y eso marca una diferencia enorme. Porque una cosa es leer por placer, y otra muy distinta es leer profesionalmente, con ojo crítico, para detectar errores, cuidar estilo...
 
RV: Claro. Y eso lo aprendí desde muy joven. Me acuerdo que a los once o doce años mi papá me pedía que le ayudara con las galeras. Él leía la prueba impresa y yo el original, cotejando que no faltara nada. Fue una escuela de vida, una segunda universidad, como te decía. Y todo eso lo hice con gusto, no como una obligación.
 
DEL PERIODISMO A LA FOTOGRAFÍA: UNA TRANSICIÓN NATURAL
 
NC: En algún momento te desplazaste del periodismo a la fotografía. ¿Qué te llevó a cambiar de lenguaje?
 
RV: Yo estaba en la carrera de periodismo en la UNAM, pero me parecía muy lenta, muy académica. Al mismo tiempo ya trabajaba en la imprenta de mi papá. Así que decidí estudiar diseño gráfico. Y ahí conocí la fotografía, que me pareció el complemento ideal para el periodismo. La palabra y la imagen. Además, ya tenía en mente un proyecto: hacer una revista. Y para eso necesitábamos saber de diseño, imagen, composición.
 
NC: En alguna declaración dijiste que te conmueven más las fotos con presencia humana. ¿Qué lugar ocupa la emoción en tu trabajo fotográfico?
 
RV: Es central. La fotografía —como el arte en general— es una forma de conocimiento. Nos permite conocer otras realidades, otras vidas, otras personas. Nos acerca a los demás, nos sensibiliza. Las fotos de gente trabajando, de gente sufriendo o celebrando… nos mueven. Y eso es lo que me interesa: la empatía. Saber qué siente el otro.
 
NC: A ti te tocó la época de hacer revistas con hoja milimétrica, cortando a mano. Hoy todo es digital. ¿Cómo has vivido esa transición?
 
RV: Con naturalidad. Lo mismo pasó con el diseño, con la fotografía y ahora con la inteligencia artificial. No hay que ser románticos. Sí, antes era artesanal, y eso tenía su encanto. Pero hoy las herramientas digitales nos permiten llegar más lejos, más rápido. Lo importante no es la nostalgia, sino lo que haces con esas herramientas.
 
NC: ¿Y qué piensas del uso de la inteligencia artificial en la escritura?
 
RV: Mira, por ahora no he detectado textos escritos con IA en Replicante, pero sí es un tema que vamos a tener que abordar. Yo no estoy en contra si se usa como herramienta de consulta, pero el texto debe ser del autor. Tiene que haber ética.
 
LA REGLA ROTA, LA PUS MODERNA, REPLICANTE: HISTORIA DE UNA RESISTENCIA
 
NC: Hablemos de tus revistas. ¿Qué buscabas cuando fundaste La Regla Rota?
 
RV: Queríamos hacer una revista que hablara de lo que no salía en las revistas oficiales: el rock, el cómic, la gráfica joven, las crónicas de la calle. No para competir con Vuelta o Nexos, sino para mostrar otra cultura. La cultura que sí existía, pero que nadie registraba.
 
NC: Y con Replicante, ¿qué cambió?
 
RV: Con Replicante queríamos llegar más lejos. La sacamos impresa entre 2004 y 2009, se distribuía en librerías en todo el país. Pero cuando nos pidieron aumentar de 4,000 a 10,000 ejemplares, ya no fue posible. Así que decidimos dejar la edición impresa y quedarnos con la digital. Y eso nos dio una sorpresa: pasamos de 4,000 lectores impresos a 50,000 lectores en línea. La plataforma digital es poderosísima.
 
CRÓNICA, ENSAYO, MEMORIA: UNA ESCRITURA SIN CONCESIONES
 
NC: En tus libros —El dilema de Bukowski, El tamaño del ridículo, ¿Qué hace usted en un libro como este?, Las crónicas ultrajantes —mezclas crónicas, ensayo, primera persona. ¿Desde dónde escribes?
 
RV: Desde la crítica. Desde la sinceridad. Desde la necesidad de contar. Vengo de la izquierda, sí, pero de una izquierda que ya no existe. Una izquierda que era ética, culta, comprometida. La de hoy, lamentablemente, ha perdido mucho. Yo no me alineo con ningún partido. Prefiero tener la libertad de decir lo que pienso. Y eso trato de hacer en mis libros: contar lo que veo, lo que me preocupa, lo que me entusiasma.
 
NC: Cuando recopilaste tus crónicas, ¿hiciste ajustes?
 
RV: Sí. Las ordené cronológicamente. Empecé con los textos sobre Torreón, la infancia, luego los viajes a Buenos Aires, a Dublín, a Los Ángeles. Hice algunas correcciones menores, actualicé datos, escribí un prólogo donde explico lo que para mí significa la crónica. Le pedí a Eduardo Huchín Sosa que escribiera el prólogo, y me encantó cómo lo planteó: que escribo en primera persona para hablar de todo lo demás. Y sí, así es.
 
NC: Muchos dicen que has sido muy duro con la izquierda burocrática, con la cultura institucional. Que no te alineas. ¿Qué significa para ti ejercer una crítica sin lealtades partidistas?
 
RV: Significa libertad. Significa honestidad. Yo no estoy casado con nadie. Critiqué al PRI, al PRD, y ahora critico a Morena. Porque veo autoritarismo, simulación, corrupción. Y no lo puedo callar. Así me educaron. La crítica no es destructiva. Es una forma de cuidar lo que vale la pena. De no dejar que se lo lleve la inercia o el poder.
 
CONTAR PARA SEGUIR SIENDO
 
NC: Para cerrar: después de tantos años editando, escribiendo, discutiendo, provocando… ¿Qué te sigue entusiasmando?
 
RV: Compartir. Aprender. Seguir dialogando. Cada vez que leo algo de mis alumnos, me sorprendo. Me alimenta. Me renueva. Y quiero seguir contando. Porque eso —contar— fue lo que nos hizo humanos. Y lo que nos mantiene humanos.
 
Muchas gracias por acompañarnos en este nuevo episodio de Laguneros por México, Laguneros por el mundo. Hoy tuvimos la fortuna de escuchar a Rogelio Villarreal Macías, una voz que, como pudimos constatar, ha atravesado con lucidez y valentía el periodismo, la edición y la crítica cultural, siempre desde una trinchera propia.
 
NC: Rogelio, muchísimas gracias por esta conversación. De verdad, ha sido un verdadero privilegio escucharte.
 
RV:
Gracias a ti, Nadia. Gracias a la gente de Torreón. Ojalá pronto vuelva a caminar por esas calles, a comer pan francés, a abrazar a mis primos. Un gran abrazo a todas y todos.


***  

¡Agradezco sus aportaciones en la sección de comentarios! Ten paciencia, los comentarios en esta página se moderan. Te invito también a formar parte del grupo #EscribirPoesía en Facebook. Ya somos más de 2, 000 miembros. 


Publicar un comentario

0 Comentarios