Algunas reflexiones en torno al Día Mundial del libro y del Derecho de autor, durante la "Charla y exposición de ediciones de El Quijote", con la participación del licenciado Juan Antonio García Villa


Siempre me he referido a la lectura y la escritura como tablas de salvación. En un día como este, en que se conmemora el Día Mundial del Libro y del Derecho de Autor y que la obra de Cervantes nos convoca, es preciso reflexionar sobre ¿qué es la lectura y la escritura para nuestras vidas y las vidas de todos? ¿qué realmente es esta aventura, como la que protagonizan Don Quijote y Sancho Panza? No obstante, la obra de Miguel de Cervantes Saavedra va más allá de una simple aventura de caballeros y escuderos. Es un viaje a través de la imaginación, un cuestionamiento sobre los límites entre la realidad y la fantasía, una celebración de la amistad y la humanidad en todas sus formas. Lean: “amistad” y “humanidad”. ¡Qué maravilla!

La lectura no se trata de aprender a decodificar letras y palabras. Se trata de internalizar, hacerla propia, lo que también implica una reflexión continua sobre su impacto en el mundo que nos rodea. ¿De qué manera influyen estas habilidades en nuestras relaciones interpersonales, nuestras percepciones del mundo y nuestras acciones en la sociedad? ¿Qué estrategias podemos emplear para usar la lectura y la escritura de manera ética y responsable con el fin de fomentar el cambio positivo y promover el entendimiento mutuo? Con frecuencia, olvidamos el poder que tiene la escritura para transformar vidas. Creo en ese poder, en esa fuerza profunda y significativa. Leer y escribir como testimonio de nuestro paso por el mundo, pero también como medio para dar voz a quienes de otra manera no serían escuchados. Escribir permite a las personas compartir su verdad y hacerse visibles en un mundo que las ignora. Cuando leemos las palabras de los demás, ya sea en forma de ficción o no ficción, entramos en sus mundos interiores y experimentamos su humanidad de una manera íntima y personal. Con esta celebración como telón de fondo, debemos de aprovechar para tomar o retomar la obra más conocida de Cervantes. 

La lectura y la escritura nos enfrentan a nosotros mismos y, por qué no decirlo, nos enfrentan a esos molinos de viento que para muchos significarán locura, nobleza, colosos malignos que deben ser derrotados en nombre de la justicia; nos enfrentan con nuestros propios obstáculos que pueden parecer insuperables. Y otro punto también importante: la lectura y la escritura nos conectan con el pasado y nos permiten influir en el futuro. Siendo tan importante, aún no me queda claro cómo es que, en México, se estima que cada persona lee 3.4 libros al año, una cifra significativamente baja en comparación con otros países, hablamos de personas que leen una sólo vez o nunca lo hacen. Hace algunos meses leí la siguiente nota: “4 de cada 10 casas visitadas en la zona sur, esto en la ciudad de Orizaba rechazaron el programa ‘Leer en Familia’”, que se basa en acudir a las colonias con cierta cantidad de libros que son dejados por una semana para que los lean en familia, dijo Blanca Estela Hernández González, encargada de la Biblioteca Municipal José Bernardo Couto y Pérez. Es una nota del año pasado y aún estoy estupefacta. Pero no hablemos sólo de la lectura y de la escritura, también hablemos del valor que tiene el libro, la participación de los autores y las editoriales para hacerlo posible. El libro debe llegar a todo público, pero ¿cómo hacerlo? ¿cómo, de manera asequible y sin restricciones excesivas? 

El libro físico está inmerso en un mundo cambiante, en donde no sólo hablamos de la letra impresa, sino del libro digital, electrónico y audiolibro. ¿Cómo encontrar mecanismos que regularicen su equilibro; cómo encontrarlo entre las editoriales trasnacionales y las independientes? ¿Cómo regular la piratería que no sólo se centraliza en el campo del libro impreso sino que se ha ampliado hacia todos los formatos? Las editoriales grandes publican a las y los autores reconocidos, ese es el gran negocio; las pequeñas, a las voces emergentes. ¿Es un riego, sí? Pero aún así se aventuran, nos aventuramos. 

La lectura, como ya lo mencioné, no sólo se trata de decodificar un mensaje, sino de interiorizarlo (como se interioriza la comunidad), pero también, de ser consciente de todo aquello que hace posible un libro en las manos; independientemente del formato, un libro que nos vuelva locos, así como Don Quijote, aunque luego, en absoluta cordura diga “no soy loco ni menguado»”. El propio Cervantes tiene buen cuidado de poner en boca de su héroe estas palabras aclaratorias dirigidas al Caballero del Verde Gabán: “¿Quién duda, señor don Diego de Miranda, que vuestra merced no me tenga en su opinión por un hombre disparatado y loco? Y no sería mucho que así fuese, porque mis obras no pueden dar testimonio de otra cosa. Pues, con todo esto, quiero que vuestra merced advierta que no soy tan loco ni tan menguado como debo de haberle parecido”. 

¡Qué la obra de Cervantes, la lectura y la escritura, retomando una frase de Confucio, nos vuelvan desequilibrados!

Texto leído y comentado en la actividad titulada “Charla y exposición de ediciones de El Quijote”, con la participación del licenciado Juan Antonio García Villa, a quien le agradezco su invitación para acompañarlo en la mesa. Martes 23 de abril, 19:00 hrs. Instalaciones de la Biblioteca José García de Letona (Interior alameda Zaragoza). Una actividad organizada por el Instituto Municipal de Cultura y Educación de Torreón, a través de su Coordinación de literatura. 




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