Les presento tres poemas de Gloria Fuertes (Madrid, 28 de julio de 1917 - ibídem, 27 de noviembre de 1998). Escritora mediática, se hizo especialmente conocida en España a partir de los años 1970 por sus colaboraciones en programas infantiles y juveniles de Televisión Española como Un globo, dos globos, tres globos, una fama que eclipsó su reconocimiento como poeta de la posguerra española. En su poesía defendió la igualdad entre mujeres y hombres, el pacifismo y la defensa del medio ambiente. En 2017, con motivo de la celebración del centenario de su nacimiento se ha reivindicado su papel en la poesía española del siglo XX.
Los poemas de Fuertes son vigentes e independientemente del punto en que se tomen, puede ser religioso o no, plantean una reflexión sobre las relaciones entre los hombres. Y más allá: con el planeta. Es crudo lo que nos dice la poeta: "Hay un dolor colgando del techo de mi alcoba, / hay un guante sin mano y un revólver dispuesto"; "Los muertos están vivos, / mientras los vivos parecemos muertos". El hombre está lleno de ira y aunque luzca de traje y bien peinado, se convierte en monstruo. El amor, en cambio, es una suerte de dados. Dura un instante o bien, muy pocas veces, toda la vida.
VIENE LA AUSENCIA
Viene la Ausencia
a llenarnos de piojos, de tristeza,
a meternos de patas en la acequia,
a comernos la paz de la despensa
viene la Ausencia
y nos ultraja encima de la mesa,
y se acerca
a rozarnos las costras de su lepra,
se sacude su capa de miseria
y nos deja garrapatas de angustia
arácnidos de pena.
Viene la Ausencia
y nos deja de pasto de la niebla,
es decir, ahogados en la arena.
Y el deseo se viste de vino
y el vino de pena
y la pena de soledad
y la soledad se disfraza de tristeza
y la tristeza otra vez de soledad,
y la vecina de enfrente no entiende
nada de este carnaval.
HAY UN DOLOR COLGANDO
Hay un dolor colgando del techo de mi alcoba,
hay un guante sin mano y un revólver dispuesto,
hay una exactitud en la aguja del pino
y en el icono viejo llora la Virgen Madre.
Todo esto sucede porque estamos cansados.
La vida no nos gusta y seguimos inertes
a lo mejor venimos para ser algo raro,
y a lo peor nos vamos sin haber hecho nada…
Vienen los gatos flacos con lujurias en boca
cantando eso que cantan a los pies de la urna,
y salen los espíritus debajo de la cama
cuando crecen los naipes en las manos del fauno.
ESTÁN VIVOS
Los muertos están vivos,
mientras los vivos parecemos muertos,
amarillos de oro o de ira,
muertos,
porque no desatamos las correas
ni nos lanzamos besos.
El odio inextinguible nos amomia,
el egoísmo nos afea tanto,
que parecemos monstruos peinaditos,
sapos con coche,
viejos sin años,
hienas vacías con televisor.
Estamos como muertos y es por eso,
por no tener un aro y un balón
una sola bandera
y un «¡Válgame Dios!».
LOS CIEGOS VEN…
Los ciegos ven,
los videntes ciegan,
los tontos adivinan,
los otros videntes dejan de adivinar,
los sucios se afeitan,
los criminales lloran,
los policías se distraen
los puritanos se revolucionan,
los doctores no dan una
los tacaños dan todas,
¡los niños nacen!
las vísceras funcionan,
los mudos hablan,
los habladores enmudecen,
todo esto y algo que no digo sucede,
cuando el amor enciende sus bengalas
para llamar la atención por un instante
que a veces dura
—pero pocas veces—
toda la vida.
Imagen | ABC
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