POEMA DE LA SEMANA Cómo llenarte, soledad..., de Luis Cernuda


Cómo llenarte, soledad,
sino contigo misma...

De niño, entre las pobres guaridas de la tierra,
quieto en ángulo oscuro,
buscaba en ti, encendida guirnalda,
mis auroras futuras y furtivos nocturnos,
y en ti los vislumbraba,
naturales y exactos, también libres y fieles,
a semejanza mía,
a semejanza tuya, eterna soledad.

Me perdí luego por la tierra injusta
como quien busca amigos o ignorados amantes;
diverso con el mundo,
fui luz serena y anhelo desbocado,
y en la lluvia sombría o en el sol evidente
quería una verdad que a ti te traicionase,
olvidando en mi afán
cómo las alas fugitivas su propia nube crean.

Y al velarse a mis ojos
con nubes sobre nubes de otoño desbordado
la luz de aquellos días en ti misma entrevistos,
te negué por bien poco;
por menudos amores ni ciertos ni fingidos,
por quietas amistades de sillón y de gesto,
por un nombre de reducida cola en un mundo fantasma,
por los viejos placeres prohibidos
como los permitidos nauseabundos,
útiles solamente para el elegante salón susurrado,
en bocas de mentira y palabras de hielo.

Por ti me encuentro ahora el eco de la antigua persona
que yo fui,
que yo mismo manché con aquellas juveniles traiciones;
por ti me encuentro ahora, constelados hallazgos,
limpios de otro deseo,
el sol, mi dios, la noche rumorosa,
la lluvia, intimidad de siempre,
el bosque y su alentar pagano,
el mar, el mar como su nombre hermoso;
y sobre todo ellos,
cuerpo oscuro y esbelto,
te encuentro a ti, tú, soledad tan mía,
y tú me das fuerza y debilidad
como el ave cansada los brazos de la piedra.

Acodado al balcón miro insaciable el oleaje,
oigo sus oscuras imprecaciones,
contemplo sus blancas caricias;
y erguido desde cuna vigilante
soy en la noche un diamante que gira advirtiendo a los hombres,
por quienes vivo, aún cuando no los vea;
y así, lejos de ellos,
ya olvidados sus nombres, los amo en muchedumbres,
roncas y violentas como el mar, mi morada,
puras ante la espera de una revolución ardiente
o rendidas y dóciles, como el mar sabe serlo
cuando toca la hora de reposo que su fuerza conquista.

Tú, verdad solitaria,
transparente pasión, mi soledad de siempre,
eres inmenso abrazo;
el sol, el mar,
la oscuridad, la estepa,
el hombre y su deseo,
la airada muchedumbre,
¿qué son sino tú misma?

Por ti, mi soledad, los busqué un día;
en ti, mi soledad, los amo ahora.


Luis Cernuda Bidón (Sevilla, 21 de septiembre de 1902 – México, D.F., 5 de noviembre de 1963). Poeta español de la Generación del 27. De niño, muestra prematuramente su interés por la poesía tras leer las Rimas de Gustavo Adolfo Bécquer, siendo en el colegio de los padres Escolapios donde su profesor le enseña las normas básicas de la expresión poética y comienza a escribir sus primeros versos. Años más tarde, emprende sus estudios de Derecho en la Universidad de Sevilla, donde su profesor de literatura, Pedro Salinas, le anima a participar en tertulias y a leer a escritores españoles del Siglo del Oro (Góngora, Lope de Vega, Quevedo y Garcilaso de la Vega entre otros) y a autores franceses contemporáneos. En 1925, tras licenciarse en Derecho, Juan Ramón Jiménez publica sus primeros poemas en Revista de Occidente. Al año siguiente viaja a Madrid con la intención de introducirse en el mundo editorial colaborando en la publicación La Verdad, Mediodía y Litoral. Dos años más tarde ve la luz su primer libro lírico, Perfil del aire (1927), que es rechazado por la crítica y escribe Égloga, elegía y oda (1928) tras conocer a Federico García Lorca en un homenaje a Góngora. En 1930 comienza a trabajar de librero y en los años sucesivos escribe Un río, un amor (1929), Los placeres prohibidos (1931), La invitación a la poesía (1933), Donde habite el olvido (1934) e Invocaciones (1935). Durante la Guerra Civil española vive exiliado en Inglaterra, donde termina Las nubes (1940), un libro de poesía sobre la Guerra Civil española, Ocnos (1942), Como quien espera el alba (1943) y Vivir sin estar viviendo (1944). En 1947 parte rumbo a Estados Unidos para ejercer como profesor de Lengua y Literatura Española. Ya en su periodo de madurez, se traslada a vivir a México y ven la luz sus obras Variaciones sobre tema mexicano (1952), Poemas para un cuerpo (1957) y Desolación de la Quimera (1962). Fallece en México el 5 de noviembre de 1963. Su obra ha sido traducida al inglés,  francés, italiano, alemán, neerlandés, polaco, portugués, rumano, hebreo, sueco, griego, serbio, eslovaco, árabe y latín.

Fotografía del autor tomada de Internet. 

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