El hábito de la lectura para transformarnos en mejores personas y salvar el mundo. Ocho beneficios y algunas ficciones


Dedico este texto a Liliana Díaz, Karina Ávila y Gloria Campos, con mi agradecimiento por invitarme a esta Feria del libro Entre amigos, 2023, celebrada el 30 de septiembre de 2023, en el Auditorio del Bosque Urbano de la ciudad de Torreón, Coahuila.
 
Para hablar de los beneficios de la lectura me remonto al terreno de lo personal y obviamente al universo inagotable que es la infancia. Es en ese universo en que la lectura se hizo presente, aunque de manera muy escasa. Eran la Biblia y un librito que ya nunca más he vuelto a ver, que se llamaba Mi ángel de la guarda. Era un libro muy hermoso. Ahora que lo recuerdo, era de pasta dura y estaba dibujado en su portada un ángel perfecto, de color blanco con ciertas pinceladas de azul cielo. Según el relato de ese libro, el ángel era enviado por dios para cuidarme en todo momento. Claro que lo creía, pues estás historias se desbordan en la imaginación que uno tiene a esa edad. Con el tiempo el ángel desapareció y los libros llegaron para cuidarme. Si hablamos de beneficios, este es el primero. Con los años me volví huraña, antisocial, bicho raro por decirlo de alguna manera, y eso me llevó a que tuviera pocas amigas y amigos. Estaba en secundaria y la vida se amargó y los libros, la poesía, fueron mi tabla de salvación. Digo, qué náufrago no agradece que se le arroje una cuerda, un salvavidas, o lo que sea, para ser rescatado.
 
¿Conoces la historia de Tim Shaddock? Tim es un marinero australiano de 54 años, y su perrita salieron de La Paz (Baja California Sur) rumbo a la Polinesia Francesa. Era un trayecto de más de 6.000 kilómetros. Todo va bien. ¿Ya te imaginaste a Tim y a su can! ¡Cómo te imaginas que iban vestidos, por ejemplo! Si tu fueras estos personajes ¿qué llevarías hacia las profundidades del mar? ¿Llevarías libros acaso para leer en esos momentos de mar tranquilo y sombras anunciando un próximo ocaso? Pero vuelvo a la historia. Una tormenta dañó la embarcación de Tim y su compañera de viaje. Semanas después, un buque atunero la encontró a la deriva en el océano Pacífico. Fue rescatado en el puerto de Manzanillo, Colima. “Me siento bien, mejor de como estaba. El océano Pacifico es un poco grande [...] Pensé que no lo lograría [salir con vida], especialmente después del huracán”, comentó Tim ante los medios al bajar de la embarcación.
 
Bueno, pues el barco atunero rescatando a este náufrago, representa para mí aquellos libros de la adolescencia. No imaginan la seguridad que me daban aunque los llevara en la mochila y no en los brazos. Y saben ¿por qué? Porque en ellos podía encontrar infinidad de personajes que una vez que conocía se convertían en mis amigas y amigos, sí, imaginarios, pero amigas y amigos que estaban ahí, a mi lado, acompañándome a todas partes. Nunca más me sentí sola.
 
Si te digo que conozco una buena parte de las librerías del mundo ¿me crees? Pues sí, algunas, son pequeñas, de luces mortecinas, rincones que te invitan a quedarte toda la vida ahí; otras son inmensas, de muchos pisos y sótanos, casi laberínticas. Ay, se hizo presente el gran Borges. Un día de estos, te lo aseguro, encontrarás a ese tal Borges. Hay una en Halifax, capital y ciudad canadiense más grande de la provincia de Nueva Escocia, y el centro económico de las Provincias Atlánticas (así dice Wikipedia), que me dejó boquiabierta. Se llama Café Otis & Clementine’s Books and Coffee. El café es excelente, y nada hay como la lectura y una buena taza de café. Hace días leí una frase de este actor chino, Jackie Chan, que en algún momento vas a encontrar en tanta plataforma que existe para ver películas: “El café es un idioma en sí mismo”. ¡Qué hermosa frase! En tu caso, cuando tengas más edad conocerás su sabor exquisito. O ¿ya tomas café? Pero no te he dicho lo mejor de esa librería que conocí justo hace un año. Además de comprar libros, café, también puedes acariciar gatos e, incluso, adoptarlos. Sé que a muchos no les gustan, pero para quienes somos fanáticos de éstos, pues es una maravilla. Haber conocido ese lugar fue como conocer el Paraíso, así, con mayúsculas. Puedo darte más ejemplos. ¿Ahora me crees que conozco una buena parte del mundo? Pues déjame decirte que no. Sí he viajado, pero no tan lejos. Sin embargo, los libros me han llevado a esos sitios y muchos otros y he quedado fascinada, enamorada. Aquí el segundo beneficio. Y lo mejor de esto, los viajes son gratis, bueno, sólo desembolsé lo que me costó el libro. Y aquí acabo de decirte el tercer beneficio de la lectura. Vuelos de primera, asientos de lujo, ciudades, pueblos, playas, estadios de futbol, conciertos… todo gratis. Por cierto, la librería, esta de la que te hablé, la conocí cuando leí el libro La librería café de los gatos, de Charlie Jonas, seudónimo de una escritora alemana que, como ya nos dimos cuenta, adora a los gatos. Se publicó hace un año y el libro me costó 140 pesos. Nada ¿verdad?
 
Cuarto beneficio. Se dice de manera común que la lectura te ayuda a mejorar tu vocabulario y ampliar tu conocimiento. Sí, pero quiero que pensemos más allá. Fomenta la empatía. ¿Sabes qué es la empatía? Busqué en internet la palabra “empatía” y “literatura” y apareció esto: “Permite entender al otro sin juzgarle, ‘leyéndole’ (escuchándole) antes de aconsejarle con un simple ‘No te preocupes’ que a veces puede resultar más una orden o una forma de ‘pasar del problema’ cuando en realidad está cargado de la mejor intención hacia el otro pues no toleramos lo suficiente verle mal”. Y esto otro: “Participación afectiva de una persona en una realidad ajena a ella, generalmente en los sentimientos de otra persona”. Muy técnico ¿no? Vamos con un ejemplo: Hay un libro que ya casi no se ve: Corazón, diario de un niño, de Edmundo de Amicis, publicado en 1886. ¿Sabes de qué trata? Hay una historia dentro de este libro que lleva como título “Marco, de los Apeninos a los Andes” en la que se narra la historia del extenso y complicado viaje de un niño de trece años, Marco, desde Italia hacia Argentina, en busca de su madre, que había emigrado a aquel país sudamericano dos años antes para poder trabajar y poder dar una mejor vida a sus hijos. Por supuesto, un viaje lleno de peligros, de situaciones difíciles que vive todo migrante. Te invito a que pienses que eres Marcos; tienes que emprender un viaje a tierras desconocidas en busca de tu mamá, de tu papá, de tu hermana, hermano, primo. Viajas solo, el alimento no es suficiente, la ropa. ¿Y si pierdes el rumbo o te enfermas o vives un altercado como un asalto, un accidente? Veamos un ejemplo: “Al fin, pasado el estrecho de Gibraltar, en cuanto [Marcos] vio el océano Atlántico, tomó un poco de ánimo y cobró esperanzas. Pero fue breve el alivio. Aquel inmenso mar, igual siempre; el creciente calor, la tristeza de toda aquella pobre gente que lo rodeaba, el sentimiento de la propia soledad, volvieron a echar por tierra sus pasados bríos. Los días se sucedían tristes y monótonos, confundiéndose unos con otros en la memoria, como les sucede a los enfermos. Le parecía que hacía ya un año que estaba en el mar. Cada mañana, al despertar, experimentaba nuevo estupor al encontrarse allí solo, en medio de aquella inmensidad de agua, viajando hacia América”. 

Este apretón de corazón es la empatía. Quinto beneficio: La literatura nos jala los pelos de la barba aunque no tengamos barba o, mejor dicho, estremece, toca las fibras más profundas del corazón humano. Comienzo el sexto beneficio con una cita del escritor Alberto Manguel: “Leer literatura, una actividad que muchos consideran ociosa o inútil, posee un valor social invaluable: nos hace más empáticos, más dispuestos a escuchar y entender a los otros. Las ficciones nos enseñan a nombrar nuestras angustias y también cómo enfrentar y compartir nuestros problemas cotidianos”. En síntesis, nos humaniza. Cuando hablo de humanizar, hablo de hacer las cosas bien, caminar derecho, como dice mi padre. Y no se refería a que caminara con la cabeza y el cuello levantados. La literatura, la lectura, el lenguaje nos hacen menos bárbaros. ¡Resolver los problemas del mundo! ¡No! pero sí a moldearnos y a ayudarnos a ser mejores personas. La lectura nos humaniza en la amistad, en el amor, en nuestra relación con los demás, con el medio ambiente, la naturaleza. Nos ayuda a vivir mejor. Y con esto, no hay cabida para la violencia, para la actividad delictiva, por mencionar dos cosas que aquejan a nuestras infancias, adolescencias y juventudes. El corazón, la mente, el espíritu se sensibilizan. La lectura, es pues, una herramienta efectiva de prevención de la violencia.
 
Te voy a decir el séptimo y el octavo beneficio de manera muy rápida. La lectura propicia muchas más ventajas: animar la curiosidad, fortalecer la concentración, extender el vocabulario (que ya había mencionado), facilitar la comunicación, desarrollar la memoria, mejorar la ortografía… pero quiero llegar a esto. Beneficio séptimo: el libro funciona de almohada. Si un día por alguna razón perdiste una de tus almohadas, el libro puede suplirla fácilmente. Usa dos o tres, si quieres una almohada más alta. Octavo beneficio: la almohada hecha de libros te teletransportará a tu cerebro sus historias. A la mañana siguiente, ya tendrás más historias que contar a tus amigos, a tus amigas, a tu novia o novio. Nada hay como un chico o chica así de interesante. ¡Muchas gracias!

Fotografía de Pexels.

***  

¡Agradezco sus aportaciones en la sección de comentarios! Ten paciencia, los comentarios en esta página se moderan. Te invito también a formar parte del grupo #EscribirPoesía en Facebook. Ya somos más de 1, 400 miembros. En este grupo pueden también dejar sus aportaciones para esta dinámica. 

Publicar un comentario

0 Comentarios