Patrias hay, infinitas

No suelo quedarme de pie frente a una conversación. Siempre procuro pasar de lado por dos razones fundamentales: estoy sorda y ciega. Intentar escuchar e intentar mirar cabalmente los rostros, es casi imposible. A corta y a larga distancia los sonidos se vuelven balbuceos, y los rostros, sus gestos, espesas nebulosas. Sin embargo, la tarde de ayer me quedé de pie, fingiendo limpiar las plantas de jardín, aunque éstas realmente no existan. ¡Que Aarón, el niño de doña Estela entrevistara a don Agustín, sí que era inaudito! Viejo cascarrabias, le dicen. No es cascarrabias, refuté a los chiquillos de la otra cuadra. ¿Ustedes creen que una persona de corazón negro cuidaría de los gatos de la colonia? Ay, siempre con sus gatos, me respondieron. A nosotros no nos gustan los gatos.

Como a las dos horas llegó Aarón a mi puerta. ¿Me ayudas a darle forma? No sé qué hacer. El profe me dijo que fuera una entrevista pero don Agustín se soltó hablando. Sí, me di cuenta. Qué tal si decimos que la entrevista fue realizada a cuatro manos. Sí, me gusta, aunque no sé qué es eso. ¿Grabaste todo? Así es. Muy bien, pronto, cerremos el telón y abramos otro.

Patrias hay, infinitas. Por ejemplo, te puedo decir, que mis patrias son ellos, él, estos otros que están acá y ese que se asoma entre los arbustos. No, no hablo de las patrias a las que se refieren siempre, un país, una ciudad, un barrio ¿qué importan? Además, ¿cómo le piden al huérfano que piense en una patria?

Una vez miré a un señor llevar a su gato dentro de un bote viejo de pintura. Al frente, una carpa y en letrero enorme: Noviembre "mes de la esterilización". Cuando pasó escuché el maullido quedo del animal bajo la tapa. El señor era grande, tal vez de la edad de tu abuelo. ¿Cuántos años dices que tiene tu abuelo? Sí, quizá esa misma edad. Pasó junto a nosotros. Yo estaba con mi mujer, mi otra patria, esperando a que nos entregaran a La Abeja. Era una gata de color amarillo y de rayas oscuras. Bien hechas las rayas, así, lado a lado del lomo. El señor iba a paso veloz y cuando llegó con el veterinario le pidió que rápido lo llevara a la jaula, que tenía mucho rato dentro del bote y se podía asfixiar. Cuando nos fuimos, el señor se quedó ahí, supongo que hasta que le entregaran a su gato. Esa escena podría considerarla como una patria más. Así como ese hombre del que te hablo, no me atrevería a abandonarlos, a tirarlos a su suerte.

¿Por qué me preguntas sobre mi patria? Tengo muchos años viviendo aquí pero hay personas que aún me consideran extranjero. Extraño y extranjero son casi lo mismo. Cuando me junté con Claudia me sentí más integrado, más con los pies en la tierra. No es que ande flotando siempre, sí, a veces así me siento. Bajo mis pies no hay raíces. Si no fuera por ella y por ellos, estaría realmente perdido. Mi memoria no da muchas explicaciones. ¿Qué fue de mi infancia? Breves pinceladas de ríos, campos de milpa, caña, solo eso. Hay una luz al fondo, una lámpara, un camino empedrado. Todo lo demás se corta.

Te lo explico de manera sencilla. Si en familias verdaderas siempre hay alguien que no encaja imagina ahora lo que sucede con aquella que no lo es. De repente me decían que me habían encontrado en el basurero o que una familia que iba de paso me había regalado. De repente, eso dejó de importarme. La memoria no me entrega imágenes completas de ese pasado. Tal vez si ellos hubieran estado ahí, la historia hubiera sido otra, ellos cuidándome, protegiéndome. Ellos pudieron afianzar esas raíces para no huir, para no salir corriendo.

No, no les tengo miedo. Muchos les tienen miedo a los gatos negros, es una idea mala. Si los tratas bien, ellos también lo harán. A veces si se vuelven mañosos, arañan en donde no deben arañar y muerden y rompen. Creo que ya me fui por otro lado. ¿Y esto te pidieron en la escuela? No. Entonces por qué comenzamos a hablar tanto. Mi patria, para responderte, es esto que tengo. Me hubieras dicho que por ahí no iba, o tal vez sí, también están los gatos, esos que están aquí, allá, en la azotea, entre los arbustos. Mejor aún, qué tal si les preguntas a ellos, antes de que se levanten, se estiren y se vuelvan a dormir.

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