Poemas de la mujer sola



I

Otro fondo me devora.  

Un mar ajeno
donde el tiempo ha perdido 
el color, la voz, 
la sombra 
de las cosas que no terminan.

“Ayúdame a no pedir 
ayuda”. 

II

La sed es espiral
o un nudo de polvo
que se mete por la ventana.

Alguna vez hablamos de esto.

Yo lo recuerdo así: 
dibujabas el cielo 
y las estrellas 
se perdían en la sombra. 

No era necesariamente 
una conversación, 
pero hablamos 
del filo de aquella brecha:
los hijos vendrán 
como la esencia firme
de la lluvia. 

Dijimos.

El hielo 
también brilla 
entre los labios y el sexo.  

III

Cada palabra,
el pulso de la palabra, 
inicia con el enturbiamiento. 

La celebración florecerá 
a campo abierto, dices.

En el montaje, 
el paraíso puesto al revés 
y al derecho, 
tiene la forma de un escudo. 

No hay más palabras 
para eso. 

Me gusta jugar con el destino:
la moneda gira en el aire.


Fotografía: Foto de Masha Raymers en Pexels

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