Un aniversario más de Bitácora de vuelos ediciones


Les contaré que el 4 de junio Bitácora de vuelos cumplió 7 años de existencia. La editorial, surgió un año después. Sin embargo, todo esto comenzó mucho tiempo atrás, tal vez entre 1998 o 1999. Mi primer blog serio, podríamos decir, lo abrí en Blogger, cuando aún no pertenecía a Google. Por esas fechas o quizá más adelante, tuve otro sitio en una plataforma que se llamaba Mamut. Sin embargo, me quedé en Blogger porque desde el principio se me hizo fácil. En ese momento ¿quién hablaba de manejar HTML? Las plantillas prediseñadas te ahorraban ese martirio. Este es el antecedente de lo que ahora es Bitácora de vuelos y, de manera independiente, mi página personal que trato de mantener actualizada y en constante interacción con sus lectores.
         Pero aquello, realmente era un juego, una especie de pasatiempo que, en efecto, daría forma al trabajo realizado en estas plataformas. En mi cabeza y supongo que en muchas cabezas, no pasaba la idea de que el internet llegaba para quedarse. No era sólo una moda intelectual efímera, sino que los usuarios fueron creciendo y también las personas que hicieron de los blogs un ecosistema digital amplio. En verdad, lejos de cualquier indicio de altanería o prepotencia, no me sorprenden ahora los tantos sitios que ofrecen espacio para las bitácoras de escritura personales. Quienes iniciamos a usarlas a partir de 1999 hasta nuestros días, entendemos claramente sus cambios, sus adaptaciones, la importancia de su información poco a poco convertida en conocimiento.
         Era difícil pensar que el Internet y estos repositorios de información se volverían esenciales aunados a las tantas páginas web, tiendas, bibliotecas, periódicos…, que existen ahora.  La pandemia reforzó su empoderamiento y aquí también podemos hablar del empoderamiento de la escritura hecha por mujeres. Es decir, el internet con todas sus aciertos y desaciertos, a partir del COVID-19, se volvió de un segundo a otro, territorio prioritario. La vida, el trabajo, la escuela, los servicios bancarios, de salud, la vida misma, están en la pantalla. No, no olvido la brecha que existe entre quienes tienen acceso y quieres no. Octavio Islas en su artículo “El empoderamiento del ciberespacio” (8/06/2020, El Universal) afirma: “Todavía 4 de cada 10 personas en el mundo no tiene acceso a Internet. Ello resulta lamentable”.
         Otro punto que me parece relevante en este tema es el de la propia escritura que saldría de las páginas impresas para instalarse en las páginas digitales. Quienes escribíamos en aquella época, tampoco intuíamos esta otra transformación. En medio de esa confrontación (el mundo analógico y el digital), estábamos preparando un territorio inaudito. La manera de escribir y de leer cambió drásticamente. Pensemos solo en los siguientes conceptos: Intertextualidad, Multimodalidad, Plurilingüismo y multiculturalidad, Virtualidad, Superficialidad, Carácter inacabado. El cambio se explica de manera muy sencilla: no es lo mismo leer un libro impreso a uno que está dentro de un dispositivo o dentro de la pantalla y, por ello, conectado a la red. Los textos que leíamos entonces, eran planos; los de ahora, abren puertas infinitas, se reflejan en muchos espejos. Otro punto, lo que yo escribo y publico en cualquier espacio, llámese sitio web o redes sociales, llega a una cantidad inimaginable de lectores. Daniel Cassany, lo explica de la siguiente manera:

Cuadro 6. Cincuenta años atrás

Imagínate el tipo de escritos a los que podía acceder un ciudadano hace cincuenta años y compáralo con lo que hay ahora, dentro y fuera de la red:

• En 1962 sólo había libros, revistas y periódicos; en la calle, había rótulos, placas y algunos avisos. Hoy tenemos muchos más libros, revistas, periódicos, rótulos, placas y avisos, además de ordenadores y móviles personales, pantallas líquidas (taxímetros, parquímetros, expendedores de billetes, máquinas de vending, etc.).

• Hoy leemos y escribimos muchos géneros que entonces no existían: webs, blogs personales, tuits, chats, mensajes en el muro de nuestros perfiles sociales, etc.

• En 1962 en España un libro o una columna sobre la pena de muerte, por ejemplo, lo hubiera podido firmar un autor español, varón, de etnia blanca, católico y franquista –y el texto hubiera tenido que superar la censura–; en cambio, hoy en la red hay infinidad de escritos sobre este tema, de géneros muy diversos, de autores procedentes de todo el mundo, hombres y mujeres; ateos, musulmanes o católicos; arios, africanos o asiáticos; médicos, filósofos o políticos; con todo tipo de puntos de vista.

Sin duda la estrategia para aproximarnos a un universo escrito tan grande y diverso debe cambiar. (“En_línea. Leer y Escribir En La Red, Daniel Cassany, 2. LA RED CONTRA EL LIBRO”.)     

Tal vez, si en aquella ocasión, no me hubiera detenido en ese blog para configurarlo, ponerle un nombre y poco a poco llenarlo de textos, esa Bitácora de vuelos no estaría aquí. El internet, de seguro, me hubiera llevado por otros rumbos, no obstante, no sería quien soy porque las elecciones que tomamos nos dan un rostro, un espíritu, una fuerza; su resultado gravita en el tipo de elección que hagamos. Más adelante, llegó otro proyecto: la edición de librosen formato electrónico, pero esa es otra historia. Aquí se cierra el telón de los festejos. 

Imagen de Krzysztof Kamil en Pixabay

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