Selección de greguerías de Ramón Gómez de la Serna


Las greguerías que ahora les comparto corresponden al libro Greguerías de Ramón Gómez de la Serna, edición de Rodolfo Cardona (Cátedra, Letras hispánicas, 2006). La parte introductoria del libro nos abre el panorama sobre lo que es la greguería, sus alcances y lo que representa en la obra de Gómez de la Serna. Enumero, a continuación, a veces parafraseadas, algunas ideas:

* El autor hace hincapié en el aspecto subconsciente de la greguería, es decir, accidental o fortuito, por asociación y no en el conceptual que es buscado. Así, él dice, por ejemplo, que las greguerías “son sólo fatales exclamaciones de las cosas y del alma al tropezar entre sí por pura casualidad”.

* Otras veces, sin embargo, es el sonido de una palabra el que nos sugiere una asociación que se aplica, con cierta lógica interna, al objeto, produciendo un efecto verdaderamente poético como en La liebre es libre, con su hermosa aliteración.

* La greguería, sin embargo, puede surgir de la observación corriente de un detalle universal —es decir, algo que todos hemos notado en algún momento de nuestras vidas o, incluso, hemos experimentado en nosotros mismos—.

* En la greguería existe gran preponderancia de elementos humorísticos unidos a un creacionismo poético. Gómez de la Serna ha definido la greguería por medio de la siguiente ecuación: Metáfora + Humor = Greguería

* En algunos casos, la greguería utiliza inversiones en algunas greguerías y estas inversiones producen lo cómico. Por ejemplo: El polvo está lleno de viejos y olvidados estornudos. Tenemos aquí una relación lógica —el polvo nos hace estornudar— pero invertida.

* Para Ezra Pound, el lenguaje es un medio de comunicación. Para cargar el lenguaje de significación en el más alto grado posible, tenemos tres posibilidades principales:

I. La proyección del objeto (fijo o en movimiento) en la imaginación visual.
II. La inducción de relaciones emocionales a través del sonido y del ritmo del lenguaje.
III. La inducción de ambos efectos por medio del estímulo de asociaciones (intelectuales o emocionales) que han quedado en la conciencia del que las recibe, en relación con esas palabras o grupos de palabras empleadas.

A estas tres posibilidades asigna Pound los siguientes términos griegos: phanopoeia (imagen visual proyectada en la pantalla de la mente), melopoeia (el estímulo o imagen que surgen del sonido de las palabras) y logopoeia (el “baile” del intelecto entre las palabras).

* Ramón Gómez de la Serna en su “Prólogo” a Total de greguerías, menciona el hecho de que él ha encontrado algunas en autores muy antiguos. Entre otras, destaca una de Luciano (Cuando graniza en la Tierra, es que tiemblan las vides de la Luna), de Shakespeare (El ave del alba. Los ojos son los locos del corazón), de Pascal (Los ríos son caminos que andan), de Quevedo (Los ojos pequeños tienen niñas, y los grandes mozas).

Leamos esta breve selección:



El poeta se alimenta con galletas de luna.


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A veces nos preguntamos cómo algún hombre malísimo puede proceder de la santa familia que ocupó el Arca, pero para comprenderlo pensamos que alguien se metió de polizón.



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El único fruto pasional que se entreabre ansioso de ver la vida es la granada.



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La ametralladora nació del loco deseo que tenía el cazador de meter su cinturón-cartuchera entre gatillo y cañón.



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La unidad de fuerza de los motores de aviación no debía ser el caballo, sino el hipogrifo o el clavileño.



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La alcachofa es un alimento para ebanistas, carpinteros y tallistas.



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Los húsares van vestidos de radiografía.



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El tren parece el buscapiés del paisaje.



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No se sabrá nunca si la cresta del gallo quiere ser corona o gorro frigio.



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Cuando al casorio se le llama himeneo, parece que va a ser boda con rumba final.



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La luna de los rascacielos no es la misma luna de los horizontes. 



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La luna y la arena se aman con frenesí.


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La verdosa langosta se pone roja de cólera cuando la hierven.



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No gozamos bien el canto del ruiseñor, porque siempre dudamos de que sea el ruiseñor.



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El que transporta el violón se parece a la hormiga cuando carga una brizna demasiado grande.



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En el acordeón se exprimen limones musicales.



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Diccionario quiere decir millonario en palabras.



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El mar se está queriendo hacer tirabuzones y nunca lo consigue.


RAMÓN GÓMEZ DE LA SERNA (Madrid, 3 de julio de 1888 - Buenos Aires, 12 de enero de 1963) fue un prolífico escritor y periodista vanguardista español, generalmente adscrito a la generación de 1914 o novecentismo, e inventor del género literario conocido como greguería. Posee una obra literaria extensa que va desde el ensayo costumbrista o la biografía (escribió varias: sobre Valle Inclán, Azorín y sobre sí mismo: Automoribundia) hasta la novela y el teatro. Su vida y obra es una ruptura contra las convenciones. Es así una encarnación con el espíritu y la actuación de las vanguardias, a las que dedicará un libro llamado Ismos. Su obra es extensa y su eje central son las greguerías: un género iniciado por él, como un conjunto de apuntes en los que encierra una pirueta conceptual o una metáfora insólita. Suelen ser de varios tipos: chistes, juegos de palabras, o incluso también como apuntes filosóficos. «Ramón», como le gustaba que le llamaran, escribió un centenar de libros, la gran mayoría traducidos a varios idiomas. Divulgó las vanguardias europeas desde su concurrida tertulia en el Café de Pombo inmortalizada por su amigo, el pintor y escritor expresionista José Gutiérrez Solana. Escribió especialmente biografías donde el personaje reseñado era en realidad una excusa para la divagación y la acumulación de anécdotas, verdaderas o inventadas.

Imagen del autor: Libertad digital

Imagen interior de Mabel Amber en Pixabay

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