Transformar la lectura y la escritura


Lo más gratificante de mi trabajo es la relación que adopto con el otro, los otros. Mi relación con las personas no pasaba de un breve saludo y eso era suficiente. Muchos de mis temores los he superado con el paso de los años, sin embargo, relacionarme con las personas, es aún una batalla de la cual, la mayoría de las veces, salgo victoriosa. Esto representó un cambio importante en mi vida, como también, lo representan ahora, las herramientas digitales para leer y escribir.
        Quienes pasamos de la pluma, los cuadernos, la máquina convencional o eléctrica, a la computadora y a cualquier dispositivo móvil usado en este momento, lo sabemos. Ese paso, que inició hace no más de veinticinco años, fue enorme, como lo fueron también el invento de la rueda y la imprenta. A veces les pregunto a mis alumnos qué sienten cuando toman lápiz, un bolígrafo; cuando toman la computadora, el Ipad, el celular. “¿Qué es lo que sientes? Piensa, insisto, en todo lo que tienes en las manos”. Mi cara queda estupefacta cuando responden: “nada”. Para quienes rebasan los 35 y quienes rebasamos los 40, este paso significó muchas cosas.
        Nosotros, quiero pensar que ocurre, sí sentimos algo. O cuando menos, sería muy difícil, por ejemplo, volver a escribir en máquina; imaginen, la maestra de español que tuve en la secundaria no aceptaba equívocos, el uso del borrador o corrector eran pecado capital a la hora de presentar los trabajos, y yo, que suelo equivocarme en cada palabra. El texto que escribo ahora estaría listo para el 2020.
        Quiero creer que esta transformación es para bien. Tal vez soy ingenua, sabemos que el desarrollo tecnológico es poder y el poder se usa de múltiples maneras, llámense control, sometimiento y las palabras más monstruosas que puedan agregar. Es una transformación que nos obliga a modificar nuestros hábitos en estas dos áreas.
        Siempre pienso en el salón de clase. He llegado a la conclusión que somos los maestros quienes estamos verdaderamente obligados a cambiar. Sí, obligados (porque para muchos esto implica) o motivados. Cambió la manera de impartir clase, cambió la manera de leer y escribir. Veamos un ejemplo muy sencillo a partir de escribir una nota periodística: el hecho de invertir la pirámide habla de otra forma de informar. Una pirámide, que con los años, se llevará al campo de casi toda la escritura digital.
        No recuerdo quién decía que la llegada de la Internet, el uso del hipertexto, requería de un nuevo estilo para leer, para escribir, e incluso, exigía refundar los géneros periodísticos. Pero ¿solo los periodísticos? La transformación se aplicó (o debe aplicarse) en todas las áreas.
        Dejamos de ser pasivos. Pensemos en ¿cómo leíamos antes? Si no lo hice mal, en mi experiencia, era tomar un libro o el periódico o cualquier otro texto y comenzar su lectura desde la primera palabra hasta la última, si este era de mi total agrado (no incluyo aquí el novelón de Rayuela, su lectura era juguetona, no lineal). Leíamos de izquierda a derecha, formando una Z. Ahora, esto cambió y los que saben afirman que la lectura se convirtió en una F, es decir, leemos el encabezado, los primeros renglones del texto y de ahí nos desprendemos hasta el final dando saltos y deteniéndonos en aquello que nos parece importante. No leemos completamente, si no escaneamos.
        La riqueza que se obtenga de cada lectura, depende de cada persona (como ha ocurrido desde siempre), eso queda claro. Y las herramientas tecnológicas permiten hacerlo. Los alumnos que tenemos en el salón de clase son alumnos cien por ciento activos. Y en gran medida, dependerá de cuánto el maestro, facilitador, orientador... haya cambiado los hábitos ya mencionados. Los textos de ahora dejaron de ser lineales (aunque en realidad no existen textos lineales, luego explicaré mi teoría) y el alumno puede, a partir de éstos, ir y venir.
        En la web, una palabra puede llevar a otra, una lectura a otra o una lectura a un video, a un documental, a un podcast, etc. Otro descubrimiento: “El genotexto”. Y la escritura ¿en dónde queda la escritura? Escribir no para tirar el cuaderno al final del ciclo escolar, sino para crear, co-crear, compartir, para que más allá de la simple voluntad, hablemos de los futuros ciberescritores.

Foto: Photo by rawpixel.com from Pexels

Texto publicado en La vereda, periodismo cultural en línea y El comentario, suplemento del periódico El comentario de la Universidad de Colima. 

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