El POEMA DE LA SEMANA Objeto de deseo (1991. Fragmento), de Mónica Gontovnik


MÓNICA GONTOVNIK HOBRECHT. Hija de inmigrantes europeos. Bailarina, escritora y creadora escénica. Desde el año 2004 es docente de la Universidad del Norte en Barranquilla (Colombia). Ha publicado seis libros de poesía: Ojos de ternera, La cicatriz en el ojo, Y tirada temblando miraré el relámpago, Objeto de deseo, Flor de agua y Pandora parrandera; tiene una novela en busca de editor y escribe guiones performáticos. En 1978 creó el Laboratorio de la Danza, estudio en el que durante 30 años dictó clases de trabajo corporal y donde fundó, en 1982, el Grupo Koré Danza-Teatro, en el cual practicó las artes escénicas por más de 15 años. Es egresada de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad Metropolitana de Barranquilla (1979); tiene un pregrado en Danza de Skidmore University without Walls, de Saratoga Springs, New York (1980); es Máster en Estudios Interdisciplinarios en Arte y Psicología, de Naropa University, Boulder, Colorado (2000) y recibió su grado de Especialista en Filosofía Contemporánea de la Universidad del Norte (2005). Actualmente se desempeña como Directora del Departamento de Humanidades y Filosofía en la Universidad del Norte.
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EL OBJETO DEL DESEO 

El pliegue de tu codo derecho
será objeto de mi lascivia.
Por él, destruiré todo pensamiento
que no sea cálido, atrevido, intenso.
Por la piel que se pliega y estira,
derretiré un olor que, con mi saliva,
desde hoy caminará tatuado a tus días.


EL LADRÓN

Entras a mi vida, sin pedir permiso.
Violas el espacio al que me hice, sin una pregunta.
Sin acuchillarme,
logras terminar este canto
instalado en mi ya cansada garganta.
Mejor quédate en mi cuento de hadas.
Disfrázate de sapo, de bestia, bandido,
heredero de batallas perdidas, o príncipe amargado.
Sigue nutriendo papeles blancos,
que mientras te elimino,
creo algo mejor que un amor que no merece
la fibra de lo imposible,
aunque produzca palabras
como éstas.


EL REY 

Te nombro verdugo de mi voz,
si atrapando el sol con mis manos,
me ciego y no escucho aquello
que me grita tu piel de oro.
Me agrieto cuando los sonidos que pertenecen
a los terremotos que me pueblan e inundan,
se hacen silencio, si los disfrazo, contigo.


EL FANTASMA

El Fantasma entró por la puerta olvidadiza
que había dejado abierta.
El Hombre conoció conmigo la noche,
velando mis sentidos reveladores.
El Ladrón desmontó cada bisagra, redimiendo
el miedo en mis entrañas.
El Difunto me devolvió en su huída
el calor del que ahora me sé portadora.


EL ASTRO

Blanca, reflectante, la piel del bote.
Boca abajo, las vibraciones repasan mis sentidos.
Ondula rápido contra el viento.
Salpican las olas y la marea me penetra.
Caderas y aceite. El contraste en mi piel demarca
los límites de la vigilancia.
Me volteo. Boca arriba, el vaivén continúa.
Y tú, astro obediente, sigues incursionando
a través de la tanga.
Rejuvenezco ante la blanca espuma del exaltado mar.
Blanca, reflectante, la piel mía, canta.


EL EQUILIBRISTA

Te veo cada día al borde de la mañana.
Dejas un beso en mi primer parpadeo.
Aún caliente de tus sueños, me abrazas
con sabor a sábanas de sal.
Cargas, cantando, los libros
y bajas a componer tu día.
Entretanto, en mi imaginación, te columpias
como un olor suspendido y presente.
Si me asomara a una ventana mágicamente abierta
al momento que vives, lejos de mí,
te vería en constante actuación ante un público
que crees ávido de tus malabarismos.
Tu cuerpo pequeño, delgado, nervioso,
se desgaja constantemente como
marioneta encendida.
Logras recogerlo y activarlo, para que te sepa
el dueño de todas tus medidas.
Eres el equilibrista de mis horas.
Te paseas armónica y desesperadamente,
hasta cuando no logro encender las luces.
Me obligas a despertar y tocar el suelo.
La vida sin tí sería una cometa colorada y raída
que todavía me estaría arrastrando
y elevando a través de una cuerda bien tensa,
dispuesta a reventar en cualquier momento.


Estos poemas forman parte de Antología poética. Transfigurar el tiempo (Ediciones Uninorte, 2008). 

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