Les comparto este poema de Eduardo Casar donde el elemento erótico se hace presente. Un poema de imágenes claras, precisas, que justifica el movimiento del mar. Hay una relación inmediata que encuentro entre este texto y algunos poemas de
Víctor Manuel Cárdenas, contenidos en su libro
Primer libro de las crónicas.
Algo le da a las cosas un clima de alberca,
un aire a cloro y sal se desprende de la luz que quisiera
mirar a través de las cosas.
Algo pasa en el fondo.
El pulpo se recarga y se mueve despacio y tercamente,
como si quisiera desprenderse de la idea
de una almohada que le está molestando.
La anguila lo vigila, cabecea también
y se va irguiendo para mirar qué pasa.
El pulpo abre sus dos brazos más llenos
y la anguila le toca con su boca más breve
los labios duplicados en el centro del pulpo.
Éste cierra los brazos que le quedan
en torno de la anguila y no le deja más
caminos que tensarse e insistir en el pulpo,
y no dar sino a veces marcha atrás.
Los dos se están moviendo, lubricados y vibran,
convertidos en un solo animal que nos explica
por qué se mueve el mar.
EDUARDO CASAR (1952). Nació en la ciudad de México, el 6 de marzo de 1952. Es doctor en letras por la UNAM. Además de poeta, es narrador, ensayista, guionista e investigador. Ha publicado diez libros de poesía:
Noción de travesía (1981),
Son cerca de cien años (1989),
Caserías (1993),
Mar privado (1994),
Parva natura (2006),
Habitado por dioses personales (2006),
Ontología personal (2008),
Grandes maniobras en miniatura (2009),
Unos poemas envozados (2012) y
Vibradores a 500 metros (2013). Entre otros reconocimientos, ha merecido el primer premio de poesía del Certamen Internacional Letras del Bicentenario Sor Juana Inés de la Cruz (2009), por Grandes maniobras en miniatura.
1 Comentarios
Hermoso poema.
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