¿Amamos los ebooks?


¡Nadie quiere un ebook!, fue la frase con la que abrió una amiga cercana la conversación. Nos reunimos en una de las pocas librerías de la ciudad, y supongo, que mirarse rodeada de tantos libros, la llevó a gritar tal sentencia. Temblé. Digo temblé porque además de la mirada de la mayoría de los presentes, yo me dedico desde hace algunos años a hacer ebooks y distribuirlos gratuitamente a través de Internet.
         No quise argumentar el valor de los ebooks en ese momento, y mi amiga, lo sé, no lo hizo para herir mis sentimientos. En México, a pesar de los rezagos en la tecnología, se lee bastante libro electrónico y las editoriales por su parte están cada vez más atentas a ofrecerlo como una alternativa también más económica, y en el caso de aquellos que transitan libremente por la red, traspasan sin ningún problema todo tipo de barreras.
         Nunca he considerado que el ebook esté en guerra con el libro físico; hablo de otra alternativa para leer. Hay personas que se sienten cómodas leyendo en dispositivos electrónicos (me incluyo), como otras que prefieren abrir el libro para sumergirse en el universo maravilloso que ofrece cada página (también me incluyo).
         La lectura electrónica es fría, estoy de acuerdo; no es lo mismo la sensación de un libro a la de un dispositivo. Insisto, son cuestiones de precio y de espacio. A través de estos aparatos las bibliotecas se han simplificado al máximo. Mi aparato, un Barnes & Noble, llamado normalmente Nook, tiene hasta el día de hoy 2, 714 libros. En mi casa, estos libros, sumándolos a los ya existentes, me exigirían ampliar por segunda ocasión mi área de estudio. Tal vez, para quienes vivimos en casas pequeñas, el libro electrónico es una buena opción.
         Pensemos ahora en la elaboración de un libro electrónico. Es como hacer un libro, sólo que al final no se imprime. Se convierte en el formato adecuado para su lectura en línea o para su lectura en estos dispositivos. El editor de un libro electrónico tiene la misma responsabilidad que aquel que maqueta para imprimir. Cuando hablo con los autores que publican en BV Ediciones (http://bitacoradevuelosediciones.blogspot.mx/), ponemos sobre la mesa la revisión de la portada, revisión de originales, pruebas en línea y en dispositivo, hasta culminar con la carga del material y su distribución. Un libro breve, no más de 40 páginas, me lleva más de dos meses de trabajo continuo hasta, como dije, hacerlo llegar al lector. Tal vez con el tiempo y la práctica podré reducir el tiempo, pero un libro se publica hasta que ambas partes están satisfechas. Difícil, pero lo hemos logrado.
         La primera vez que escuché la palabra "ebook" fue cuando mi libro Figuraciones (https://archive.org/details/CRP007) apareció en segunda edición en Crunch! Editores, iniciativa del escritor mexicalense Carlos Adolfo Gutiérrez Vidal, considerada la primera editorial en México dedicada exclusivamente a la publicación de eBooks gratuitos en español. A diferencia de la presentación tradicional donde el autor comparte con los asistentes, mi libro podía transitar libremente por el ciberespacio, no estaba atado a una región exclusiva, a un país, incluso a un continente. En ese momento, hablo del 2003, era una posibilidad muy remota que alguien, de Tijuana, por ejemplo, pudiera leerlo. Yo vivía en Colima y la inmediatez me conquistó. Para mí era un salto importante en la difusión de la obra de un autor como lo es ahora.
         Lo que resta de todo este proceso es considerar que los ebook están hechos para permanecer en nuestras bibliotecas digitales. Que vamos a encontrar mucha literatura basura, por supuesto, como encontramos cada vez que visitamos una librería: estantes colmados de libros de moda o temporada. Creo que al ebook no se le ha dado la oportunidad de crecer, aún hay cierta resistencia como la hubo cuando apareció la máquina de escribir, como la hubo muchos años después cuando comenzamos a usar las computadoras. Y sí, podemos amar un ebook tanto como amamos los libros impresos.

Twitter: @contreras_nadia. Responsable de Bitácora de vuelos, revista de literatura y cultura digital www.rdbitacoradevuelos.blogspot.com

Texto publicado en La vereda

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