Las olas caen
sobre el tiempo
invencibles,
invisibles,
en deseo magnético.
La habitación del hotel
espejo de ninguna cosa.
“Bajo las flores,
la vida degradada”, dije.
Las olas se cierran
en dominios inexplicables
y conspiran
contra la enamorada.
[En el sueño, en otro,
doy vueltas al invierno;
mis brazos sujetos
por hilos irrompibles].
La tormenta
cuelga
de la cabecera
de la cama.
Duele.
ResponderEliminarPatricia, gracias por tu lectura.
Eliminar