De niño, uno de mis libros favoritos era el tomo V de la enciclopedia El mundo de los niños, precisamente el que está dedicado a los animales. No sé cuántas horas observé y leí las características de la anémona. Me parecía sumamente fascinante: una anémona es un tipo de cnidario, que es un grupo de animales marinos que incluye corales, medusas y pólipos. Las anémonas tienen cuerpos blandos y cilíndricos con una base que se adhiere al sustrato marino y una corona de tentáculos en la parte superior. Estos tentáculos están rodeando una cavidad central, que es la boca de la anémona.
Es un animal, es una planta o es un animal disfrazado de planta. Mi mente hasta ese momento decía: “estas son plantas, tienen estas características; estos son animales y tienen estas otras”. Me volaba la cabeza que se mezclaran las de las plantas con las de los animales. La anémona es pariente del coral y de las medusas. Tiene tentáculos venenosos que se activan al menor roce, inyectan una neurotoxina y los peces quedan inmóviles para ser devorados. Por lo mismo, me obsesioné con las plantas carnívora; logré conseguir una, la observaba cada vez que caía una mosca en sus verdes fauces, y se cerraba para lentamente digerir a su presa. Después de algún tiempo descubrí que el jugo gástrico con el que digieren las plantas carnívoras es ácido clorhídrico, el mismo que poseemos los humanos. Para mí, era una forma de maravillarme ante lo que después llamaría caos. El mundo y su orden terminó cayendo pedazo a pedazo; después leí El origen de las especies de Charles Darwin, y el mundo caótico a mi alrededor comenzó a tener sentido, podía entender que en la naturaleza no hay líneas definidas, barreras, fronteras, o reglas simples. Las herramientas fisiológicas asesinas del depredador son tan importantes como el camuflaje de la presa. El pez payaso es uno muy llamativo para los depredadores por sus colores, pero evolucionó para secretar una mucosa que lo protege de la neurotoxina de las anémonas, así que, vive alrededor de ellas sin sufrir daño, usa a las anémonas como guardaespaldas. Me fascinaba la idea de que existieran tantas cosas sin sentido. El agua llegando del espacio en meteoros, esa molécula tan extraña, tan particular, tan extravagante, tan extraterrestre, tan evaporativa. El agua sale de toda lógica humana es un gas comportándose como líquido. El vapor de agua se congela sin pasar por el estado líquido. El hielo pesa menos que el agua, rompe todas las reglas. El agua es el elemento más enigmático, caótico y rebelde que existe.
Ya en mi mente germinaba la idea de que la supervivencia debía ser un gran generador de caos. Un caos que escapa de la razón y la lógica. Del paso 1 no vamos automáticamente al 2. Esta lógica lineal no tiene sentido. Las mariposas y sus alas imitando un par de ojos; el insecto palo; los anfibios; la gallina siendo el pariente más cercano del tiranosaurio; el cocodrilo y sus millones de años sin evolucionar, y las bacterias haciéndolo tan rápido que los antibióticos no les dan alcance; el ornitorrinco…
El primer ejemplar de un ornitorrinco que llegó a Europa fue recibido con escepticismo, no podían creer que una criatura así pudiera existir. Aunque es un mamífero, el ornitorrinco pone huevos en lugar de dar a luz crías vivas, lo que lo convierte en uno de los pocos mamíferos que sigue este método de reproducción. Tiene un pico plano y ancho similar al de un pato, que utiliza para buscar alimentos en el fondo de arroyos y ríos. Este pico está equipado con receptores electroquímicos muy sensibles, lo que le permite detectar pequeñas corrientes eléctricas producidas por las presas bajo el agua. Tiene patas palmeadas y una cola plana y ancha, similar a la de un castor, que utiliza para nadar con destreza en el agua. Está cubierto de un pelaje denso y suave que lo protege mientras nada en aguas frías. Los machos tienen espolones venenosos en las patas traseras durante la temporada de apareamiento. Aunque el veneno no es letal para los humanos, puede causar un dolor extremo y malestar. Posee un sentido especial llamado electrorrecepción, que le permite detectar las corrientes eléctricas generadas por los músculos de sus presas bajo el agua. Esto le ayuda a localizar insectos acuáticos, crustáceos y gusanos para alimentarse. Los machos tienen un órgano copulador similar a un pene, pero es más bien una estructura carnosa llamada “pene falso” que se utiliza durante el apareamiento. La hembra tiene dos ovarios, pero solo el izquierdo es funcional. Cuando lo vieron pensaron que era producto de una elaborada y engañosa taxidermia. Salía de toda lógica natural. El que existiera un animal como el ornitorrinco plantea la posibilidad de que Dios tenga un gran sentido del humor y eso no lo permitirían los hombres de ciencia de la modernidad.
Pero hay un ser que debió haberse extinto hace años. El oso panda evolucionó a ser vegetariano hace 6 millones de años. La razón: era mucho más cómodo comer bambú que cazar su comida, además es demasiado perezoso para reproducirse, no le gusta, no tiene el instinto, es como ese sentido de la “naturaleza” diciéndole: “Ya extínguete”. Solamente pueden reproducirse en cautiverio y con asistencia humana. Me da a pensar que hay alguna especie de desgaste existencial. Su mismo comportamiento estaría enmarcado en lo que Freud llamaría pulsión de muerte. Freud introdujo el concepto de pulsión de muerte en su obra Más allá del principio del placer (1920), como una extensión de su teoría original de las pulsiones. Sugirió que la pulsión de muerte (Tánatos) es una fuerza instintiva inherente al ser humano que coexiste con la pulsión de vida (Eros) desde el nacimiento.
Mientras que Eros busca la unión, la creación y la preservación de la vida, Tánatos impulsa hacia la disolución, la agresión y la destrucción. Freud sugirió que la pulsión de muerte puede manifestarse de varias maneras en el individuo y en la sociedad. Estos incluyen comportamientos destructivos, agresión, autodestrucción y la compulsión hacia la repetición de experiencias traumáticas. Es precisamente la actitud de vida en la que se rige el panda.
Mi mente de niño planteaba una dicotomía: o los seres cambian a voluntad, o sin tener consciencia de ello. Esta idea refleja una comprensión temprana y simplificada del concepto de evolución. Por un lado, la noción de que los seres cambian a voluntad podría asociarse con que los organismos pueden adaptarse activamente a su entorno. Este enfoque se vincula con conceptos como el Lamarckismo, una teoría desacreditada que sugiere que los organismos adquieren características durante su vida y luego las transmiten a su descendencia. Por ejemplo, un animal podría decidir activamente desarrollar ciertas habilidades o características físicas para sobrevivir mejor en su entorno. Por otro lado, la idea de que los seres cambian sin tener consciencia de ello se alinea más con la teoría de la evolución de Darwin, que postula que los cambios en las especies ocurren a través de procesos como la selección natural y la deriva genética, sin que se tenga algún control consciente. En este enfoque, los organismos simplemente se adaptan pasivamente a su entorno a lo largo del tiempo, y las características más ventajosas se seleccionan naturalmente a través de la supervivencia y la reproducción diferencial.
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