Blanca Luz Pulido: poesía de la esencia, poesía de la revelación


Lejos de distracciones, ajetreos, colores chispeantes, la poesía nace de los prodigios del mundo pero también de los quiebres, las sombras; nace del tiempo, del cansancio, la vejez y la muerte. La propuesta dee Blanca Luz Pulido se inscribe perfectamente aquí. Por otro lado, está la poesía que le da vuelta a la soberbia y a la vulgaridad de la vida y observa los detalles más pequeños: un pájaro, una piedra, el hilo, la aguja, un costurero. Es ésta también la poesía de Pulido; una poesía centrada en la esencia, en las voces que emana, los sentimientos, la relación que establece con el lector quien configura, según su circunstancia, la revelación.
       En su obra, integrada por Raíz de sombras (1986); Estación del alba (1992); Reino del sueño (1996); Cambiar de cielo (1997); Los días (2003); Pájaros (2005); Al vuelo (2006); La tentación del mar (2012) y Cerca, lejos, (2013), hay primeramente una preocupación por desentrañar el concepto de poema. Leamos: “Una idea / en busca de su forma / es capaz de aumentar / si la miro de cerca / y la dejo caer / en la tierra de mis ojos, / que buscan siempre / lo que todavía no existe”. [Sueño que no es] La poeta está frente a la idea, una idea que quizá no tiene forma pero que, sin embargo, estremece. Luego, esa misma idea se convertirá en presencia y tomará un ritmo, un color, una estructura sintáctica y semántica. El poema ha madurado: “En un instante / las cosas que no existen / se acercan a un centro / incandescente / que las convierte en tacto y en oído. // Una roca se desprende en la montaña, / un halcón avanza / y una paloma conoce su última visión del cielo. // Entonces las palabras / se deslizan entre sombras // y llegan del aire o del alba, / rumor de sílabas o ramas, / y son el grito del halcón / o la última mudez de la paloma”. [Nacimiento alado]

Y ¿para qué se escribe? ¿para tratar con el otro? ¿entender la realidad? ¿encontrar la verdad? Para distribuir la luz y las sombras en su espacio responderá el poeta Francisco Pino; para repetir las palabras de las que se sabe o no se sabe su significado. Pulido, parece resolver la incógnita en los versos de “Viaje inmóvil”: “Escribo para viajar, / para llegar a territorios que no existen, / para que al salir de mí / no regrese jamás al mismo sitio, / para fundirme en el arco del / presente / mientras su marea me abraza, / me ciñe y me abandona en otras playas. // Porque nada importa sino viajar: / de todas formas / nunca estamos aquí completamente, nunca en el espejo arderá / la imagen última. [Los días, 2003].
       Otro momento importante en la poesía de la autora de Raíz de sombras, es el uso de la sinestesia, esta figura retórica que consiste en mezclar sensaciones de sentidos distintos (audición, visión, gusto, olfato, tacto) o mezclar dichas sensaciones con sentimientos (tristeza, alegría, etc...). Leamos un fragmento del poema en prosa "Abrir del mundo" : “Impreciso y pertinaz, el vocerío de cantos que parecen uno solo aclara la sombra, definiendo en el cuarto, poco a poco, los contornos de los cuerpos y las cosas. Son las seis de cualquier día, de este universo o de otro cualquiera y ellos, unánimes y antiguos, siguen respondiendo, con una afirmación gigante y sabia, una pregunta que ya no escuchamos”. [Pájaros, 2005].
       Mirar y escuchar es la invitación que hace la poeta en este texto; verdaderamente mirar y escuchar esas pequeñas maravillas del mundo de las que se hablaba al iniciar el texto. Aquí su relación directa con la poesía de Xavier Villaurrutia, López Velarde, Octavio Paz, pero sobre todo, con la poesía de Carlos Pellicer. La sinestesia es una figura fundamental en la obra del autor de Horas de junio. Incluso, se sabe que el autor se propuso saturar su poesía de elementos naturales para lograr tal efecto, referidos en su caso, a instantes idílicos, de admiración, contemplación, soledad o abandono.
       Otra coincidencia entre Pellicer y Pulido es la reivindicación del poder de la naturaleza. La figura del árbol resumirá la postura; un árbol puede ser una casa, un piano, un rama para que los pájaros inauguren la mañana: “A la mitad del aire / y grávidas de sombra están las ramas. // En sus hojas / los pájaros miden / la constancia de las estaciones. // Las fibras del interior se vuelven tiempo / madurado en verdes, en ocres, / en rumores de canto / que entre viento y hojas vierte / una invisible sinfonía terrestre”. [En las ramas. Al vuelo, 2016]. Como ya se mencionó, Pellicer también reconoce el poder de la naturaleza y teje con cada uno de sus elementos su simbología. Veamos: “La ceiba es un árbol gris / de gigantesca figura./ Se ve su musculatura / medio manchada de gis. // Es el árbol que hace todo; / yo lo he visto trabajar / y en la tarde modelar / sus pajaritos de lodo”.

Cerca, lejos es un conjunto de poemas que hace referencia al paso del tiempo, la edad, la ceguera; hace referencia al cuerpo enfermo. Por ejemplo, en un primer momento, los poemas de este libro parten de los ojos cansados, miopes. Aquello que se mira, no es en sí lo que se mira sino la magia del cerebro acabando la forma de la piedra, el libro, una calle. Adivinar, intuir, acercarse lentamente con cautela, quizá con miedo, temblando... a lo que se visluambra. La poeta escribe: “Así mis días: / entre lo íntimo / que se vuelve extranjero a pocos pasos / y las vastedades que me asaltan / en una hoja, piedra o pluma. // Ni cerca ni lejos, / vecina de lo ambiguo, / a veces me envuelvo / en mi propia sombra / a descansar de las distancias / y gozar la imprecisión exacta / de mis lentos, / vagabundos ojos miopes”.
       Lo interesante en este libro es el estudio profundo que realiza la autora en torno al cuerpo, su deterioro. Desde el yo-poético asume la experiencia del dolor y la enfermedad. Es decir, la existencia es frágil, vulnerable, menesterosa. Es frente a la hoja de papel o electrónica que el deterioro y la enfermedad se conceptualizan. No frente al médico que debe sopesar de manera objetiva y subjetiva la enfermedad o ese estado de "conciencia infeliz" tratado por Hegel: "El alma alienada [enajenada] que es la conciencia de sí como dividida, un ser doblado y meramente contradictorio”. Leamos: “Torpe tal vez, / quizá dormida, / ocupada en tareas siempre menores. // Mi mano izquierda / revela pensativa / lo que no recuerdo, / lo perdido, / el trazo siempre vago / de sueños descendentes, imprevistos. // A veces, como quien trata / de encontrar en lo esperado / un brillo nuevo, / le doy tareas que sé no cumplirá, / le pido que sostenga instrumentos ajenos a su alcance, / un lápiz, una aguja”.
       Entre el dolor, los frascos de pastillas, aquello que ya no se puede realizar, el cuerpo debe acostumbrarse a otra condición de vida e incluso, a otra forma de ser con el otro y ser tratado. Se habla también de otro tipo de sentimientos. Revisemos: “Camino sin puertas, / la mañana se abre lenta / en el aire de lo no dicho. // Detrás de los párpados / flotan aún las brumas del sueño. // Entre la oscuridad y la luz / todo se viste de posibilidades, / de preguntas: / surgen y se deshacen, / gatos placenteros / que juegan como si aún pudieran / entregarse a la corriente / altísima del sueño. // Avanza el sol y todo lo define, / combatiendo lo ambiguo con sus rayos. // A la mitad del día / atrevo un paso”.
       La palabra "atrevo" cierre con golpe duro el poema. El deterioro aleja al cuerpo de la certidumbre y lo condena a caminar siempre de manera incierta. A lo largo del poema se vive una especie de "resurrección" y todo se "viste de posibilidades". Al final, sin embargo, cuando se decide ir más allá de la puerta, la vida es demasiado frágil. Una vez más la conciencia del deterioro, de la enfermedad, acaso de la muerte próxima, como lo expresará el poeta José Watanabe Varas a Miguel Ángel Cárdenas, en una entrevista realizada por el diario El Comercio en el año 2005: "Escribo poesía para educarme a bien morir, a morir en paz”.

Leer la poesía de Blanca Luz Pulido nos permite mirar la fragilidad de la existencia; su mirada se centra en los pequeños detalles pero que unidos a otros objetos, esas mínimas revelaciones se vuelven potentes. Bien lo dice Minerva Margarita Villarreal en la introducción a la antología Cerca, Lejos. Antología personal (1986-2013), publicada por el Fondo Editorial Estado de México (Colección Letras) / Secretaría de Educación del Estado de México, en 2013: “Sólo la creación de una arquitectura basada en la analogía y, desde ahí, en la edificación de pares, puede hacer viable la construcción de un puente por el cual transiten seres de reinos distintos. Una voz puede llegar a ser puente si se trata de conjurar, de convocar objetos provenientes de diversos ámbitos, a los que el hálito transformará en sujetos, porque esta acción implica, unión y establecimiento. Implica la vida en toda su expresión”. Además de Blanca Luz Pulido, en este ejercicio de poético es preciso repasar la obra de otras poetas mexicanas: Guadalupe Amor, Coral Bracho, Gloria Gervitz, Elva Macías y Elsa Cross.

Texto completo. Se publicó de manera resumida en SigloNuevo, revista cultural del periódico El siglo de Torreón.  

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