I
Bajo el cielo marchito,
los canales son huellas de un mapa invisible.
El axolote emerge
—pequeño dios—,
su piel lunar se quiebra con la aurora.
Sus branquias:
soplos de pluma,
caricia entre la niebla y la corriente.
Guarda memoria de aquel tiempo,
cuando el sol dialogaba con los ancestros
y la tierra
percibía el eco
de lenguas olvidadas.
Allí, donde las raíces se enredan,
el axolote flota, criatura sagrada en su neotenia,
aferrado a su niñez,
al agua, su vientre eterno.
Es un niño,
se oculta del tiempo que lo alcanza;
en la tierra firme
las horas se tornan cuchillos
y los días, tumbas profundas.
Flota, desafiando la caída que se aproxima.
Las manos del hombre
—en insaciable voracidad—,
recorren lo imposible y rozan el enigma.
Y las garzas,
rasgan sus sueños
con el filo de las alas.
II
Las horas se escapan, peces inquietos,
desvaneciéndose en el brillo distante;
la luna, en cambio, se funde
a la piel del axolote,
a la sombra
de un pasado
que se deshace en el viento.
—¿Es esto lo que ves?—
El canal guarda cicatrices profundas,
plásticos emergen,
cadáveres silenciados.
El axolote se oculta,
disfrazado de río,
de sueños que no logran morir.
Su cuerpo,
—reliquia de tiempos lejanos—,
persiste:
vestigio de lo que fuimos,
cuando el agua
aún cantaba su claridad.
Ahora,
el axolote se pierde en lodos densos,
En la espera,
aguarda
el regreso del sol.
El que alguna una vez iluminó los canales.
El que llenaba el aire con cantos.
Su presencia persiste.
Sostiene
—como un faro diminuto—,
la débil esperanza del prodigio.
*[El axolote] se encuentra en peligro crítico de extinción según la lista roja de la Unión Internacional por la Conservación de la Naturaleza, debido a la pérdida de hábitat, la introducción de especies invasoras en su hábitat, la sobreexplotación, la contaminación y su consumo como alimento. El axolote se encuentra únicamente en el complejo lacustre de Xochimilco (pronunciado Sochimilco), cercano a la ciudad de México. Fuente: National geographic.
En esta sección de poesía titulada Donde las sombras hablan con la luz, busco explorar la conexión profunda entre la poesía, la naturaleza y el cuerpo humano, entendiendo que tanto nuestro entorno como nuestro cuerpo son vulnerables al deterioro y requieren de un cuidado constante. Cada verso puede ser un reflejo de los paisajes que nos rodean, pero también de las huellas que el paso del tiempo deja en nosotros. Mi propósito, al compartir estos poemas de forma constante, es concienciar sobre la delicadeza del entorno y el cuerpo, fomentando una mayor responsabilidad ambiental y personal. Este proyecto resalta cómo la poesía puede ser una herramienta poderosa para promover el respeto por el medio ambiente, por nuestro cuerpo y por la vida en todas sus formas.
Fotografía de Pexels.
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