POEMA DE LA SEMANA En la orilla del silencio, de Alí Chumacero


Ahora que mis manos
apenas logran palpar dúctilmente,
como llegando al mar de lo ignorado,
este suave misterio que me nace,
túnica y aire, cálida agonía,
en la arista más honda de la piel,
junto a mí mismo, dentro,
ahí donde no crece ni la noche,
donde la voz no alcanza a pronunciar
el nombre del misterio.

Ahora que a mis dedos
se adhiere temblorosa
la flor más pura del silencio,
inquebrantable muerte ya iniciada
en absoluto imperio de roca sin apoyo,
como un relámpago del sueño
dilatándose, candido desplome
hacia el abismo unísono del miedo.

Ahora que en mi piel
un solo y único sollozo
germina lentamente, apagado,
con un silencio de cadáver insepulto
rodeado de lágrimas caídas,
de sábanas heladas y de negro,
que quisiera decir: "Aún existo."

Comienzo a descubrir cómo el misterio es uno
nadando mutilado
en el supremo aliento de mi sangre,
y desnudo se afina, agudiza su sombra
para cavar mi propia tumba
y decirme la fiel palabra
que sólo para mí conserva
escondida, cuidada rosa fresca:
"Eres más mío que mi sombra,
en tus huesos florezco
y nada hay que no me pertenezca
cuando a tientas persigo, destrozando tu piel
como el invierno frío de la daga,
el vaho más cernido de tu angustia
y el poro más callado de tu postrer silencio."

Entonces me saturo de mí mismo
porque el misterio no navega
ni crece desolado,
como germina bajo el aire el pájaro
que ha perdido el recuerdo del nido allá a lo lejos,
sino que es piel y sombra,
cansancio y sueño madurados,
fruta que por mis labios deja
el más alto sabor y el supremo silencio endurecido.

Y empiezo a comprender
cómo el misterio es uno con mi sueño,
cómo me abrasa en desolado abrazo,
incinerando voz y labios,
igual que piedra hundida entre las aguas
rodando incontenible en busca de la muerte,
y siento que ya el sueño navega en el misterio.

ALÍ CHUMACERO (Acaponeta, 1918 - Ciudad de México, 2010). Poeta y crítico mexicano que comenzó a publicar en la década de 1940 y al que se considera uno de los más rigurosos y estrictos, en el plano formal, de su generación. Tras cursar la preparatoria en Guadalajara se trasladó a Ciudad de México, donde fue promotor de varias publicaciones periódicas; Chumacero fue uno de los más destacados poetas del grupo de la revista Tierra Nueva (1940-1942). En 1944 apareció Páramo de sueños, uno de los mejores poemarios del periodo, al que siguieron Imágenes desterradas (1948) y Palabras en reposo (1956 y 1965). Su poesía, emparentada con los modelos de Gilberto Owen y Xavier Villaurrutia, cuya tradición continúa, se resiste a los adjetivos innecesarios, a las imágenes previsibles o a las construcciones a ciegas. Sus versos, de cuidado ritmo y musicalidad, rayan a veces en el hermetismo, en un tono sobrio y desolado. Alí Chumacero colaboró asimismo en varios periódicos como crítico literario, estableciendo certeros juicios con estilo punzante; muchos de esos textos se recopilaron en el volumen de ensayos Los momentos críticos (1987). En 1981 apareció su Poesía completa y, en los años posteriores, abandonó la actividad creativa: según sus propias palabras, ya había dicho todo lo que tenía que decir.

Fotografía tomada de Internet. 

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