VASILIS VASILIKOS nació en 1934 en Kavala, Grecia, en la prefectura de Macedonia. Es uno de los autores emblemáticos de la literatura griega contemporánea y el más traducido, después de Nikos Kazantzakis y de Giannis Ritsos. A los treinta y dos años (en 1966) publicó Z, la novela que lo convirtió en fenómeno literario y en el primer escritor de Grecia con más ventas en el mundo. Esta obra, traducida a más de 30 lenguas, incluido el sistema braille, basada en el asesinato en 1963 del médico, diputado de izquierda y luchador por los derechos humanos y la paz, Grigoris Lambrakis, fue trasladada al cine por Kostas Gavrás (mundialmente conocido como Costa-Gavras), con guión de Jorge Semprún, en 1969 [la Universidad Autónoma de Nuevo León (UANL) publicó Z en 2015, en traducción directa del griego, prólogo y notas de Guadalupe Flores Liera]. Es autor de 120 títulos, entre los que se encuentran: El relato de Jasón, Trilogía (La hoja, El pozo, La angelización), Fuera de los muros, Glafkos Thrassakis y su biografía filológica Memoria de tinta. Ha trabajado como ayudante de dirección y de producción en cine, radio y televisión; ha sido documentalista, guionista, actor, periodista, dramaturgo, traductor, narrador y poeta. Recibió el Premio Internacional Mediterráneo (1970), el Premio Nacional de Relato (1980, que rechazó), el Premio Oficial de Artes y Letras de la República Francesa (1984); fue nombrado doctor Honoris Causa por la Universidad de Patras y es miembro del Congreso Internacional de Escritores. El 1 diciembre de 2017 el Ministerio de Cultura y Deporte de Grecia le otorgó por la totalidad de su obra el Gran Premio de las Letras. La siguiente muestra, ha sido tomada de la antología inédita Poemas, preparada en edición bilingüe; la selección, introducción, traducción directa del griego y notas son de Guadalupe Flores Liera y Charálambos (Pambos) Hatzilambís, con prólogo del autor. Poemas de Vasilis Vasilikós será publicada en 2020 por la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM).]
Poemas de Vasilis Vasilikós / traducción directa del griego de Guadalupe Flores Liera y Charálambos (Pambos) Hatzilambís
1
De: Poemas adolescentes (1948-1951)
El jazmín de Quíos
Tengo, vestido de albo sayo,
en un humilde tiesto en el jardín,
a mi cuidado desde el mes de mayo
de Quíos un jazmín.
Florecillas níveas sus tallos recubrían
y sus aromas dulces esparcían;
se diría que la primavera transportó las nieves
a sus imperturbables noches y días aleves.
Todas las mañanas me acercaba a su lado
y le hablaba de las adversidades, para que se escondiera,
pero en mayo nació el desdichado
y pensaba que mayo era la vida entera...
Una ocasión llegó el cierzo que cancela
toda primaveral y perfumada fragancia;
los inviernos llegaron, el aquilón que hiela
al alma impreparada que vive en la ignorancia.
Tengo, aterido y ajado,
en un humilde tiesto en el jardín,
desde hace días en la nieve enterrado
de Quíos un jazmín.
2
Músicos de un local junto a la playa
Alguna vez ellos también forjaron sueños grandes:
ejecutar a Mozart, a Beethoven, a Chopin
en anfiteatros a reventar de gente,
leer al día siguiente críticas
sobre su talento, y demás.
Y qué si hoy han venido a parar
a este humilde local de jazz barato
junto a la playa, trasnochando
sobre tambores, interpretando
cancioncillas de época
—los acompaña al piano una vieja-foca—;
y qué si después de la una los escuchan sólo
las sillas desocupadas, las mesas vacías,
los meseros indiferentes que se caen de sueño...
Queda siempre el mar que recibe
incansable sus sueños fatigados.
3
E inútilmente...
E inútilmente intentas
cerrar las heridas
que te abrió
la vida,
pues sabes que han de abrirse otras.
4
De: Laka-Souli (1967-1974)
En la noche...
En la noche de la Seguridad
detienen al obrero.
Escribía, dicen, pintas sobre las paredes.
Le han arrancado las uñas con pinzas
una tras otra, como deshojan
las margaritas: “¿Me quieres? ¿No me quieres?”
En este caso: “Libertad o Muerte”.
En el quinto dedo, el de la uña grande,
aquél con el que se limpiaba la oreja,
encontraron “Libertad”. Pero en el décimo
lo encontró la “Muerte”. Para no
matarlo le pidieron su firma
en apoyo al régimen.
Y dijo: “Las manos son para los andamios.
No saben, aunque pudieran, cómo
detener el lápiz. Un obrero menos
no es una casa que haga falta.”
En la noche de la Seguridad
detienen al obrero.
Las uñas crecen solas,
como las barbas de los difuntos
más allá de su muerte.
5
Recuerdo infantil
¡El colchonero! ¡El-col-cho-neee-ro!
Con el arco a la espalda
recorría los vecindarios
Soúgielo, Pentakosia, Ai-Giannis.
Bonachón, me miraba a mí
que, pequeñito, lo miraba a él
cual a antiguo campeón olímpico de tiro al blanco.
Se sentaba en el cemento
del patio de preguerra
con el rostro de Acronauplia
profundamente surcado. Mi madre
sacaba los colchones burgueses
y él les devolvía la vida
con su arco monocorde,
esponjados, vírgenes, listos
para ser colocados en las camas burguesas.
Durante los años de la Ocupación
se perdió su voz.
Supimos que se volvió crótalo en la montaña:
fulminaba a las huestes germanófilas
de Tsaoús-Antón.
¡El colchonero! ¡El-col-cho-neee-ro!
Con el arco a la espalda
recorría los vecindarios.
Soúgielo, Pentakosia, Ai-Giannis.
Se sentaba en el cemento
del patio de posguerra
y me contaba historias. Mi madre
sacaba los colchones de la Ocupación
y él los revivificaba
de las mortificaciones.
En los años de la guerra civil
se perdió su voz.
Por su mujer supimos
que murió en Ai-Stratis.
Y su arte en la “reedificación”
comenzó a decaer.
No nos hacía falta ya.
A los colchones los fabrican hoy
de un material plástico, norteamericano.
6
Golpe de Estado
Estamos contenidos en los elementos de la naturaleza.
Sonámbulos descubrimos su significado.
Escribimos inútilmente porque así vivimos.
Quisiera tener un regimiento, un escuadrón,
para dar un golpe de Estado e imponer
la poesía. Con cuatro gorilas junto a mí,
con la Seguridad incorporada a mi piel,
la gente prestaría mayor atención
a lo que tengo que decir. Así como estoy,
sin un helicóptero de vehículo,
ni siquiera puede existir un viaje.
Y, mucho menos, poesía. La poesía
es el golpe de Estado de la realidad:
para tener frutos necesita de sangre.
He decidido matar a mis enemigos,
desterrar a los disidentes, cesar
a los monárquicos. Y de esta manera,
terrenal ya, escalaré a las nubes.
7
De: II. Laka-Souli (1968)
16
Los años del destierro,
los años de la cárcel,
no los borra ninguna cal.
Aunque la pala los rasque,
por debajo brotan otros más.
Las caras se marchitan
con la bondad en los ojos.
Los cuerpos se vuelven hueros como los olivos.
Y el sueño se prolonga en el sueño,
el cuadro se achica en el cuadro,
se cuadricula en la abstracción.
Hasta llegar él,
de paso, de la patria,
puro, emerge como fuente
y destruye los alfaques
de la nostalgia, incomoda
al suelo aterronado
y trae, repentinamente,
el estremecimiento del cielo
a la tierra que quería
quedarse sin memoria.
Los años del destierro,
los años de la cárcel,
ninguna justificación los enternece.
E indefenso
te entregas al nuevo ensueño.
8
De: Bella ciao (1971)
“Poemas optimistas”
2
Por más tinieblas que tenga la noche,
está gestando otra tanta luz.
Diciembre 21.
Las tinieblas no pueden
avanzar más.
La ruta fija en el espacio
cancela el apogeo.
Mañana el día crecerá un minuto.
Pasado mañana, dos.
Tres días después, la luz
será para los que
conocen el insomnio.
De: Sol mío, Artajerjes mío (1972)
11
A las pesadillas de la noche
las pare un día.
10
De: Encuentro con el Sol (1973)
El portafolios
Este portafolios
es mi fortuna:
con papeles falsos,
pasaportes dobles,
fechas forzadas
que cambiaron,
agendas telefónicas,
libretas de cheques
sin fondos.
De cuero arrugado,
con fierros, costuras,
asa destartalada,
el portafolios
y no su contenido
es toda mi fortuna.
Fuente: Notimex
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