¿Puede la tecnología hacernos más o menos inteligentes?


Hay se lee más que nunca. Si somos de los que consideran que la lectura es un problema, estamos totalmente equivocados. Está comprobado que nuestros alumnos, por ejemplo, pasan alrededor de 11 horas frente a los dispositivos. Ahora pensemos en el resto de la población, su fervor inaudito a la pantalla. Para muchos, es una oportunidad para ampliar el conocimiento, para otros, lo contrario. Eduardo Andere, en uno de sus artículos, lo plantea de la siguiente manera: ¿Cómo, una misma tecnología nos puede hacer más y menos inteligentes? Cómo verán, el título de esta entrada parte de la idea de Andere.
        Condenar o satanizar el uso de la tecnología en el aula de clase y en la vida diaria es, por decirlo de algún modo, caldo de cultivo para la ignorancia. No podemos detener el tiempo como tampoco el avance tecnológico y aquí todos tenemos una tarea inmensa. Abro un paréntesis para retomar dos leyes que propone el propio Andere y que se relacionan directamente con la aplicación de la tecnología, porque no solo es decir "ahí está, úsala cómo quieras". No, hablamos de brindar de manera responsable y ética, este cúmulo de instrumentos. A partir de esto, reflexionemos en las dos leyes de la pedagógica que propone el autor:

1. Primera Ley de la Pedagogía: El poder de la familia es superior al poder de la escuela. Aplica con neoliberalismo o sin él. No hay reforma educativa que supere esa Ley.


2. Segunda Ley de la Pedagogía: Una buena tecnología nunca superará a un buen maestro.


Si ustedes observan, estas dos frases involucran tanto a padres, alumnos, maestros. Se hace hincapié en la fortaleza de la familia y en el trabajo del profesor. Esto me hace pensar en la necesidad de rectificar la manera en que aplicamos la tecnología. Es nuestra aliada y si queremos, nos volverá más inteligentes, más competentes. Cuando hablamos de tecnología debemos entender que ésta nos obliga a replantear lo aprendido. Hacemos mal en reducir el uso del Internet a las redes sociales y en copiar y pegar información para entregar trabajos académicos.
        Se lee más que nunca, decía Observen: actualizaciones en el muro de Facebook, Twitter, Instagram. Agreguen el tiempo destinado a WhatsApp, Youtube, Netflix, etc. Si tenemos suerte, se leerá algún periódico o libro; si tenemos suerte, se profundizará en temas personales o académicos. En resumen, la lectura y la escritura están presentes, por ello, basta enfocar otros objetivos. Ya no podemos vivir sin Internet, entonces, hagamos con él algo provechoso.
        Existen un sin fin de herramientas enfocadas a la lectura y a la escritura. Leer y escribir son hábitos que se pueden llevar a cabo en y desde la Internet. Además de vivir los libros, también hablamos de interactuar, enriquecer la lectura, ampliar su significado a partir de otros contextos. ¡Qué enriquecedor es conversar sobre libros en foros o plataformas de lectura! Bookmate o 24symbols son opciones que nos permiten acceder a infinidad de libros. Por ejemplo, 24symbols, tiene más de 5 000 en su versión gratuita. Y sobre todo la interacción, los grupos que podemos formar a partir de temas o intereses. Así como las charlas que comienzan a partir de novelas, películas, videos, podemos conversar en torno a los libros. Otra opción de lectura es OpenLibra que permite la descarga de libros y documentos. Por curiosidad, escriban los nombres de las apps mencionadas en el navegador o en la tienda de su móvil.
        Las apps han incorporado recursos para usarlas según nuestros intereses. Su desarrollo, podemos decir, se resume en tres tendencias: personificación, gamificación e interacción hacia fuera. Es decir, cómo quiero que se vea la app, color, fondo, fuentes, etc.; cómo incorpora juegos, dinámicas de aprendizaje aún en entornos no lúdicos; y la información que de ésta podemos compartir con los demás. Las apps evolucionan, se adaptan y, muchas de ellas se diseñan para generar conocimiento. Veamos algunos ejemplos: si queremos enseñar a escribir a los más pequeños El abecedario Mario, puede ser muy útil. Otras apps que giran en torno a ello son myABCKit y Aprender a Leer que combinan ejercicios para aprender a leer y a escribir; hacen el estudio de la gramática ágil y divertido.
        Por otro lado tenemos las apps que permiten desarrollar narrativas digitales. Las llamadas storytelling. Se crean historias originales e incluso personalizadas, en este caso, utilizando aplicaciones específicas con las que se pueden grabar vídeos, incorporar música, utilizar nuestra propia voz, escribir cuentos ilustrados, etc. Este tipo de apps, permiten ejercitar la escritura, la gramática, la ortografía y la creatividad.
        La lista es inmensa pero bastan estos ejemplos para dejar constancia que el Internet, efectivamente, está más allá de las redes sociales; si queremos, podemos hacer que el aprendizaje de los niños, los adolescentes, los jóvenes sea tan dinámico y llamativo como su muro de Facebook o de Instagram. Lo que nos ofrece la web puede abrir puertas a un nuevo mundo, pero claro, si nos proponemos junto con ellos a embarcarnos en su búsqueda y aprendizaje. Y no olvidemos las dos leyes de la pedagogía acotadas por Eduardo Andere, tan poderosas, que cité párrafos arriba.


Texto publicado en La vereda, periodismo cultural en línea y El comentario, suplemento del periódico El comentario de la Universidad de Colima.  

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