[Edición: Daniela Ramírez Cervantes]
En el libro Poesía en
movimiento, Alí Chumacero, al igual que otros autores importantes para la
literatura nacional, como Octavio Paz, José Emilio
Pacheco y Homero Aridjis, recopila poemas en verso y en prosa, que
abarcan el periodo de 1915 y 1966.
Algunos de los poetas seleccionados son Jaime Augusto Shelley,
José Carlos Becerra, Jaime Sabines y Rubén Bonifaz Nuño. Los comentarios que
anteceden la selección dan pie para abrirse camino al descubrimiento de la
poesía mexicana. Ahí viene a conclusión: debemos leer a Alí Chumacero.
En la adolescencia, las preguntas existenciales están a la orden
del día: ¿quiénes somos? ¿hacia dónde nos dirigimos? ¿cuál, nuestra
trascendencia? O bien ¿de dónde venimos? Chumacero, entre líneas, lanza algunas
respuestas en uno de sus poemas que reza: “Antes que el viento fuera mar
volcado, / que la noche se unciera su vestido de luto / y que
estrellas y luna fincaran sobre el cielo / la albura de sus cuerpos. [...] /
Cuando aún no había flores en las sendas / porque las sendas no eran ni las
flores estaban; / cuando azul no era el cielo ni rojas las hormigas, / ya
éramos tú y yo”.
Es decir, éramos mucho antes de la creación. O cuando menos, la
idea de ese somos. ¿Cuál es el tema del poema? El amor, por supuesto, otra vez
el amor, como se repite en toda la poesía universal. Jaime Labastida resume los
temas de ésta en tres: el amor, el sueño y la muerte. ¿Qué leemos? De manera
incesante, las variantes de cada uno.
El poema complementa la idea de Platón cuando comparte las
enseñanzas de Aristófanes sobre la raza perfecta. Cuando esta raza quiso
escalar al cielo y combatir a los dioses, Júpiter encontró la solución:
separarlos en dos, “hecha esta división, cada
mitad hacía esfuerzos para encontrar la otra mitad de que había sido separada;
y cuando se encontraban ambas, se abrazaban y se unían, llevadas del deseo de
entrar en su antigua unidad”.
Lo dicho anteriormente se plasma en el poema Amorosa
raíz, que más allá de la teoría de la reminiscencia platónica, se centra en
la idea de que “ya éramos tú y yo”; y esto es, por supuesto, una idea que
precede a toda existencia.
EL ORIGEN DE CHUMACERO
Pero
¿quién es Alí Chumacero? Nació en Acaponeta, Nayarit, en 1918. En su infancia
vivió en Guadalajara y en 1937 se trasladó a la Ciudad de México, donde residió
hasta su muerte en 2010. Participó directamente en las revistas Tierra nueva, Letras de México, El hijo
pródigo; hecho que lo puso en contacto con grandes autores como Gilberto
Owen, Xavier Villaurrutia, Neftalí Beltrán, Efraín Huerta, Octavio Paz, entre
otros.
Ingresó
al Fondo de Cultura Económica en 1950 y en 1962 ocupó la gerencia de
producción. Antonio Marts, en su ensayo Alí Chumacero: poeta del crepúsculo
y diamantino silencio, incluido en el libro Historia crítica de la poesía mexicana Tomo 1, compilación de Rogelio Guedea (versión electrónica),
escribe: “A su labor debemos un buen número de libros publicados en la
colección Letras Mexicanas, de esta casa editorial. También se encargó de
elevar a un nivel de ‘arte’ la redacción de la cuarta de forros de libros del
Fondo de Cultura: invitaciones breves pero sustanciales, disparadas al posible
lector, algo que no se había dicho nunca de manera magistral”.
Chumacero
escribió tres libros: Páramo de sueños (1944); Imágenes desterradas (1947) y Palabras en reposo (1956). Su obra se reúne en el compendio: Poesía, cuyo prólogo fue escrito por
José Emilio Pacheco, publicado por el Fondo de Cultura Económica.
El
México que le corresponde estaba marcado por la convulsión política y social.
Tenemos por un lado, de trasfondo, la Guerra Civil española y gestándose la
Segunda Guerra Mundial. Por otra parte, en el país, se vive aún un descontento
por el conflicto cristero, la situación económica, la inflación, las políticas
de nacionalización. Después de Lázaro Cárdenas, ya en el gobierno de Manuel
Ávila Camacho y Miguel Alemán, hay una relativa estabilidad política y una
economía saludable en términos generales. La cultura abre sus puertas a nuevas
tendencias. Estridentistas y contemporáneos publicaron sus obras más
representativas. Resumiendo, diremos que Alí Chumacero llegó de Guadalajara
(ahí terminó su educación primaria) a la Ciudad de México en junio de 1937, en
la efervescencia de los cambios impulsados por el cardenismo.
LAS
ENTRAÑAS DE SU OBRA
Vamos
a revisar sus tres libros siguiendo el orden de publicación. Páramo de sueños responde a poemas de índole introspectiva. El poeta se
busca a sí mismo, pero lo hace a partir de una visión trágica, muy cercana a la
muerte. Comparte una misma visión poética con Villaurrutia, barroca, si se
quiere, basándose en los preceptos del desengaño, el hastío de vivir, la
desesperación, los temas amorosos, el sueño, el doble, los espejos, lo efímero
de la vida. Un ejemplo: “[…] Estoy junto a la sombra que proyecta mi sombra, /
dentro de mí, sitiado, / intacto, descansando leve / sobre mi propia forma: mi
agonía”. Que no es más que la imagen del hombre frente a sí mismo y frente a la
muerte.
También encontramos en sus poemas un lenguaje limpio,
transparente. Su poesía es de emociones, pero no sólo de las emociones del
sentimiento, sino del pensamiento. Cada lectura abre un abanico infinito de
estremecimientos, símbolos, connotaciones.
En Imágenes desterradas, aunque
el poeta retoma del libro anterior los intereses poéticos, en éste lo narrado
se presenta de manera fragmentaria. El libro se conforma en dos secciones de
seis y quince poemas. Son versos endecasílabos y/o alejandrinos, aunque se
rompa la estructura de manera intencional. Mucho de los poemas que lo conforman
están relacionados con el mar.
A quienes se acercan por primera vez a la obra de Chumacero les
conviene comenzar por el libro Palabras
en reposo. Es un libro más digerible. Chumacero se olvida de lo hermético,
de sí mismo, para observar y hablar del otro. Y ¿quiénes son estos
protagonistas? Los marginados, los fracasados, los dolidos, los que en su
momento tocaron el infierno, así como el poeta, que para escribir debe
internarse primeramente en él.
Alí Chumacero también era un gran lector. Se empapó de la
literatura francesa, inglesa, estadounidense, italiana, e hispanoamericana. Le
interesó la obra de Alfonso Reyes y abordó la obra de Amado Nervo con admiración.
Sin pensarlo, comenzó por camino correcto en la poesía. Un libro admirable de
su autoria es La amada inmóvil. La
Biblia es un referente sustancial en su poesía y, para el poeta, un libro base
para toda nuestra cultura. No porque fuera creyente sino ateo, y porque además,
en la configuración del poema, ésta le sirve como punto de partida estético.
Una recomendación final ¿Con qué poemas podemos introducirnos en
la obra de Chumacero? Aquí una breve lista: Responso del peregrino, Monólogo
del viudo, Mujer ante el espejo, La noche del suicida, Elegía del marino, Palabras
que nacen del vacío. 1.- Chumacero escribió tres libros: Páramo de sueños (1944);
Imágenes desterradas (1947) y
palabras en reposo (1956); 2.- A quienes se acercan por primera vez a la obra de Chumacero,
les conviene comenzar por el libro Palabras
en reposo.
Texto publicado originalmente en Siglo Nuevo, revista cultural del periódico El siglo de Torreón (29 de diciembre de 2018).
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