Fotografías negras, poemas publicados en Página Siete del periódico Vanguardia
julio 02, 2018
Mi gratitud a Nazul Aramayo por invitarme a formar parte de Página Siete del periódico Vanguardia con la selección poética titulada "Fotografías negras". Gracias también a Esmirna Barrera, por la ilustración. Nadia Contreras es fundadora y directora de la Revista Literaria Digital Bitácora de Vuelos y de la casa editorial digital con el mismo nombre Por: Nadia Contreras I He de hablar desde esta oscuridad alucinada. Tal vez, terminados los lamentos, puedas a menor distancia, alcanzarme. II Ordenamos las fotografías, el jardín. Lo demás, es mero azar, desdoblamiento. En la existencia desprovista el destino —si existe—, avanza en sentido contrario a los reflejos. III Si me vieran sentada aquí, a la mesa de las bebidas ardientes. Hay tanto asombro prolongado, cuerpos de aquí para allá, cigarros que se encienden, se apagan en un suspiro. ¿Me vieron ya? ¿Atestiguan mi presencia, mi soledad fundida al temblor de la silla? ¿Podré sostener mi nombre como los árboles sus encendidos frutos? IV El desierto es una gota obstinada debajo del fuego. Corrige la luz, la concavidad que dispersa los pájaros. ¿Podrás entender la razón de amar el desierto? La niña que miraba las olas del mar —la espuma invadía el malecón— está frente a la corriente de un viento seco, gastado. V El cielo, ¿qué es?, frente a un muelle de niebla suspendida, frente a un jardín habitado por la aurora. ¿Qué es?, ante el fuego o la vigilia de pájaros callados. Mariposas que se quedan o pasan. VI El color dice más que el gesto en oblicua falsedad. Sea del cabello o de la blusa disimulando la perforación del ombligo. No miente. Descifra los bordes, el hechizo de las huellas, el transcurrir cobrizo de la edad. El color del mar, de la flor o la noche es uno solo, aun para los ojos del ciego. Se mezcla. En la profundidad de la existencia hay objetos lentamente decolorándose. VII El dolor se erige —nunca en verdad se ha ido. Donde se anida la fractura, las pastillas dejan calambres ciegos. En voz alta un remolino de espuma negra. La grieta degrada la autoestima del paisaje. VIII Me devora otro fondo. Un mar ajeno donde el tiempo ha perdido el color, la voz, la sombra de las cosas que no terminan. “Ayúdame a no pedir ayuda”. IX La sed es espiral. Se enreda como la arena y el vientre provisto de semen está prohibido. Dentro de mi cuerpo hay una playa que alumbra. [Tus padres y tus hermanos son ataúdes]. El destino conduce hacia otras vertientes. Yo lo recuerdo así: dibujabas el cielo y las estrellas se perdían en su propia sombra. No era necesariamente una vertiente, pero hablamos del filo de aquella brecha en la que los hijos dejarían su nombre. Tardes desplomadas para no morir sola. X En la inflexión del olvido dejo los sentimientos. Llorar, equivale a acercar lo lejano, a doblegarme ante las puertas que se cierran y fotografías donde no se distingue el hundimiento de la sombra. No voy a llorar cuando mueras, padre; no voy a agregar más lágrimas a las lágrimas, más palabras al lenguaje descompuesto de la ausencia. Vivir consistirá en extender la mirada sobre el desierto y duplicar, dentro de ella, el color de la espuma, el color del fuego que enciende los campos. Luego, hallaremos otros rostros entre el principio y el final. XI Debería haber lámparas en el camino de la muerte. O cuando menos, flores para evocar los días en que tu voz desarticulaba la tristeza. El tiempo no se detiene, y todo lo que sé de ti es porque mi padre se consuela en los recuerdos. Sus historias toman la forma de tu cuerpo, Clara, de tu mirada que se colma de fantasmas y gatos. Hablo de la muerte como hablar de la vida porque de una u otra manera soy tu mano cuando saludas, tu sueño para designar otra puerta a la noche. El oficio de escribir es para mantener —aun bajo la eternidad que desintegra— los ojos abiertos. XII (A Juanita) En vano el aire en tus pulmones y las señales invisibles de los pájaros, a veces en el cielo, a veces en el río. No soportas el empujón de los cristales cuando abres los ojos. XIII Hundir un haz de luz, romper con esa luz focalizada los fluidos. *Nadia Contreras ESCRITORA, ACADÉMICA Y TALLERISTA (Quesería, Colima, 1976) Autora de más de 10 libros de poesía, entre sus más recientes publicaciones están Quedará el vacío (PinosAlados Ediciones, 2017), Solo sentir (Editorial Paraíso perdido, 2017), Cumplimiento de la voluntad (Secretaría de Cultura de Coahuila, Colección Arena de Poesía, 2014). Su obra ha sido traducida al inglés, portugués e italiano. Escribe para diferentes medios nacionales y extranjeros. Es fundadora y directora de la Revista Literaria Digital Bitácora de Vuelos (http://www.rdbitacoradevuelos.com.mx/) y de la casa editorial digital con el mismo nombre.
0 Comentarios
NO PERMITIMOS MENSAJES ANÓNIMOS. ¡Queremos saber quién eres! Todos los comentarios se moderan y luego se publican. Gracias.