Variaciones sobre la luz[1]
Surgida de las nubes,
la luz
se pasea por entre las cosas.
No las
aprisiona. Les da la medida exacta
de la
respiración y del incendio.
Hoy,
por ejemplo, vi la mesa.
Sobre
ella,
Williams
Carlos Williams, es un libro
abierto.
En la
pasión,
acumulo:
Anaïs Nin, Sylvia Plath,
Pizarnik,
Peri Rossi.
Entremezclar
los colores del amor,
los
colores que luego serán fragmentos
de una
tierra prometida.
No
seré más la víctima.
Inquebrantable,
sostengo las lágrimas.
***
El cielo refleja los sonidos.
Son pájaros,
repiten la luz del sol
—lago de infinitas superficies—.
¿Y qué es la cámara
si no el horror que desoculta
el rostro alucinado?
Un espejo
mucho antes
de abrir el libro.
***
Mojar la punta del lápiz con el ámbar
apretando bien fuerte, ámbar bien disuelto con esencia de trementina. Mi error
ha sido despertar cada mañana y no ver la luz del océano. Veo la mordaza en la
boca de mi madre, mis pies tropezando en inextinguibles piedras. Y ahí, en el
centro del torrente, la fractura no cubre el color, sus toques supremos, muy
líquidos.
***
He dibujado funestas mañanas en
conjunción con el mar y el cielo. Dentro de mí, la brecha de lo explorado, la
desnudez bajo el destino del poema. Rehíce con cada palabra, con cada ausencia,
el recinto de la infancia, de la vida y del amor. Es mucho reparar, es mucho
reconstruir. Las olas y sus voces, desde el otro lado, me confunden.
***
[El que viene detrás
ahuyentará el tiempo.
Así dijeron:
el que viene detrás.
Y nos dio miedo,
y rezamos
pero el dolor,
aún con los rezos,
se extendió;
era la memoria
de nuestros hijos.
Desperté sin piel
ni siquiera para las caricias].
***
I
Este será mi último intento.
La historia de Rogelio
(lo llamaré así, para hablar cómodamente
de un tiempo agazapado en la culpa,
mezcla entre un pasado y un presente
desastrosos),
transcurre en el interior de un vaso con vino.
El hecho de beberlo acortó distancias,
inventó gestos, destruyó
la buena voluntad
de los domingos en la plaza.
Con un lenguaje de caballos desbocados
habla sin tregua.
II
Lo conocí mientras repartía volantes
de un partido político.
Salimos un par de veces.
Cuando su cuerpo sobre el mío
fue bocanada de agua ardiente,
entendí que la pesadilla
es un viaje sin escalas.
Sus hijos, con ojos de hambre,
esperaban en la habitación contigua.
III
Para el amor siempre habrá un regreso.
¿Tú qué dices?
Recuperaré las mañanas sobrias,
el trabajo,
el amor de mis hijos.
Ha llegado la hora del arrepentimiento.
Al día siguiente lo encontré,
apretando con manos fuertes el último trago.
Era un esqueleto sin dientes,
con la orina creciéndole hacia abajo.
***
El tiempo,
las mareas,
los astros,
los labios, el fuego,
el hielo inexpresivo,
las cosas que son del mundo
quieren ser alcanzadas.
Dejemos pues que suceda,
que las alcance
el dedo de mi padre,
hundiéndose en el ojo izquierdo.
Toda una década
haciendo el ejercicio
con disciplina;
sondear las profundidades de la
sombra,
su centro, sus orillas,
como quien sondea la luz
o el color amarillo de las velas.
Cuando llegue la hora,
no hundiré mi dedo en lo oscuro.
Partiré
en el río
de las muertes
sentimentales.
***
Visto a contraluz, el pez.
Se estremece, se estira
–murmullo de agua–.
Afuera
(los bañistas dejan sobre la playa
su estela de desmedidos cuerpos),
el cielo es un lienzo
de trazos,
misterios
de fina pulcritud.
Imposible acariciarlo.
Sólo el pez,
con su perfil de ave,
rompiéndolo.
***
No es el silencio una llama
tras las velas de la luna.
Es la turbiedad del amor
donde alguna vez dibujé con lágrimas
nuestros cuerpos.
¿Cuándo, en el lecho de fuego,
diré como quien oculta su alma en frascos vacíos,
has amanecido mis párpados,
has puesto un cuchillo en mi mente.
has volado los armarios y las ataduras?
Es el silencio, el verde mutante del silencio,
aún rejuvenecida la lluvia,
aún mis manos como espigas,
como hojas:
su murmullo de horizontes rancios.
***
El glaucoma es un puñado de hormigas que cavan en lo
previamente borrado, en el flujo de los taponamientos. En el sueño, dices, las
cosas permanezcan intactas. Todas las cosas y las cicatrices que empiezan y no
acaban. La vida es acumulación de cicatrices, como el glaucoma, acumulación de
hormigas negras.
Drenar el ángulo del núcleo dañado,
acelerar la revelación de lo fugaz.
***
Quedará el vacío
en la proximidad del día
y de la noche,
en el límite de las cosas
o en su centro.
En el cuerpo que nunca fue acariciado,
en el destello oscuro del glaucoma,
en los dientes que caen
como flores rojas,
el destello de ese vacío
que incluye
el todo de la vida.
Vacío plano, en círculos,
por encima
o por debajo
de lo inteligible.
Y cada vez,
en la boca amarilla del día
o en la noche ávida
caemos.
NADIA CONTRERAS (Quesería, Colima, 1976)
Escritora, académica y tallerista. Licenciada en Letras y Periodismo y maestra
en Ciencias Sociales por la Universidad de Colima. En la Universidad Autónoma
de La Laguna cursó la Especialidad en Educación. Es fundadora y directora de la
Revista Literaria Digital Bitácora de Vuelos (http://www.rdbitacoradevuelos.com.mx/)
y de la casa editorial digital con el mismo nombre. Es becaria del PECDA
Coahuila, en la categoría Creadores con trayectoria, género Poesía (2016-2017).
Su obra ha sido traducida al inglés, portugués e italiano. Escribe para
diferentes medios nacionales y extranjeros. En su página web (http://www.nadiacontreras.com.mx/)
con la etiqueta (hashtag) #EscribirPoesía, comparte recursos, videos, consejos,
libros, etc., para aquellas personas interesadas en hacer poemas.
Entre sus
premios destacan: Mención honorífica en el Premio Nacional de Poesía “Elías
Nandino”, 2001; Premio Estatal de la Juventud, Colima, 2002; Premio de Poesía
Instituto Mexicano de la Juventud, 2003; Premio de Publicación Editorial,
convocado por la Dirección de Cultura de Torreón, en 2006, 2008; Premio de
poesía “Timón de oro” convocado por la Secretaría de Marina y la Escuela Naval
Militar de México y Ganadora del Primer concurso de narrativa “Salvador Márquez
Gileta”, Universidad de Colima, 2011. En 2014, el congreso del Estado de Colima
le otorgó la presea “Griselda Álvarez Ponce de León”, por su trayectoria en la
literatura; es el máximo galardón que el estado puede entregar a una mujer.
Autora de
poesía Retratos de mujeres (SCC,
1999), Mar de cañaverales (La
luciérnaga, 2000), Lo que queda de mí
(FETA, 2003), Figuraciones (Paraíso
Perdido, 2005), Cuando el cielo se
derrumbe (El tucán de Virginia, 2007) Presencias
(Mantis editores, 2008), Caleidoscopio
(Dirección Municipal de Cultura Torreón, 2013), Visiones de la patria muerta (Ed. El humo, Col. Ojo Cautivo, 2014),
Cumplimiento de la voluntad
(Secretaría de Cultura del Gobierno del Estado de Coahuila, Colección Arena de
Poesía, 2014), Un viento [que] jamás.
Urdimbre [de] cuerpos y palabras (en coautoría con Marisol Vera Guerra
(Ediciones BV, octubre 2015); Quedará el
vacío (PinosAlados Ediciones, 2017); de ensayo literario: Pulso de la memoria (Universidad de
Colima, 2009); y de prosa poética Solo
sentir (Editorial Paraíso perdido, 2017).
Su trabajo literario
forma parte de las antologías, entre otras, de Creación joven poesía (1999), prólogo de los poetas Juan Domingo
Argüelles y Eduardo Langagne, Conaculta y Secretaría de Cultura del Gobierno de
Jalisco; Árbol de variada luz, antología
de poesía mexicana actual 1992-2002, estudio, selección y notas de Rogelio
Guedea, Universidad de Colima, 2003; Los
extremos se tocan, poesía y narrativa de becarios de creación literaria,
edición, selección apéndice y prólogo de Bernardo Ruiz, Secretaría de Cultura
del Estado de Colima, 2004; Encuentro de
escritores coahuilenses, Ponencias, Instituto Coahuilense de Cultura, 2008;
Coral para Enriqueta, libro-homenaje
a la escritora Enriqueta Ochoa, 2009 y 2013; Detrás de la puerta, antología erótica de cuento y poesía,
Universidad de Colima, 2014; Pequeña
antología para el amado (poesía erótica-amorosa), compilada por María Luisa
Trejo Sirvent, Pontevedra, España, Editorial El Taller del Poeta, 2014.
[1] Los poemas que conforman esta selección fueron tomados de
los libros Cuando el cielo se derrumbe,
Presencias, Caleidoscopio, Cumplimiento de la voluntad y Quedará el vacío.
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