La palabra “silencio” se hunde en mis entrañas. Si escribimos en el
navegador la palabra “silencio”, éste nos arroja dos conceptos: 1) Estado en el
que no hay ningún ruido o no se oye ninguna voz, 2) Ausencia de noticias o
palabras sobre un asunto. Si leemos así, de corrido, dichos conceptos parecen
positivos; el primero, podemos suponer, nos habla de un momento de descanso y el
segundo, de quedarse al margen de los acontecimientos del mundo, sus catástrofes.
Si leemos por segunda o tercera vez sus definiciones, nos damos cuenta que la
palabra “silencio”, de frente al nivel de violencia en que vivimos y sabiendo
que no se ve forma de transformar la situación, es mucho más agresiva, despiadada,
mutilante.
Puede parecer irónico, pero para entender mi punto de
vista, pensemos en todo aquello que genera silencio, incluso, un silencio
confuso, cómplice, partidario también de situaciones de violencia. Hablamos hoy
en día de un flujo excesivo de comunicación a través de redes sociales; un flujo
más allá de las mismas empresas periodísticas. Fotos, imágenes, audios de
aquello que sucede, llámese percance automovilístico, asesinato, enfrentamiento,
etc. Rumor o verdad, no importa; atañe, en cambio, llegar a los diferentes sectores
sociales. El silencio comienza aquí porque la noticia real se va diluyendo. El
impacto que pudo tener, la relevancia para su esclarecimiento, se apaga
totalmente. Tenemos así el fenómeno de las noticias falsas llamado “fake news”
concentrado principalmente en las redes sociales, en donde como ya mencioné, es
difícil diferenciar una noticia falsa de una verdadera. Una definición más de
la palabra “silencio” surge aquí, en corazón de una sociedad confundida. Por
supuesto, quienes deciden y heredan el poder como si se tratara de una casa, un
auto, una parcela, se ven sumamente beneficiados. Leí alguna vez la siguiente
frase: Los gobiernos necesitan del silencio y el olvido. ¿Quién puede
impugnarla? Como resultado de lo dicho anteriormente planteo dos preguntas: ¿Cuántos
de los crímenes cometidos en México son una estadística? ¿Cuántos de éstos se
han quedado sin voz, sin emitir ningún ruido?
En medio de todo esto hay un espacio de vacío, de
niebla (si queremos recurrir a una imagen), que nos hace caminar danto tumbos. Enfoquemos
nuestra reflexión hacia la situación migratoria. Personas de nuestro país y de
otros que vemos de lejos; con el paso de los meses, los años, también se
pierden, se borran, se convierten en silencio. Un silencio, recrudecido por las
nuevas políticas de deportación de Trump, a la par de todos los abusos, los atropellos,
incluso la muerte.
Otra forma de silencio la podemos ver cuando aquellas
imágenes de sufrimiento, de devastación, de desgracia, pasan frente a nuestros
ojos como simples imágenes ordinarias. Nada nos conmueve. Y vienen otras
preguntas: ¿De qué sirven las marchas, los desplegados, las convocatorias, si
finalmente se logra casi nada y las autoridades están para humillarnos y
arrojar sobre la sangre un nuevo engaño? El silencio más cruel, organizado
desde el poder y cada uno de sus niveles. El silencio, sin embargo, no existe
para las familias victimizadas, para las organizaciones de derechos humanos, los
grupos sociales y culturales que se levantan y hacen más fuerte la resistencia
contra la indiferencia. En el lugar de silencio, está el grito que revive la
memoria.
Una última definición que puedo dar a la palabra “silencio”,
es el de huida. Huir como metáfora de vislumbrar, cerrados los ojos, la
posibilidad de un nuevo universo, “esa otra gran parte”. Huir, tal como lo
plantea el poeta Marin Sorescu, para aspirar la tranquilidad, el viento
soplando entre los árboles, la revelación de la noche y sus estrellas. Huir,
para tomar fuerzas y arremeter. Para cerrar, les comparto el poema “La huida”
tomado de su libro (El centinela de la
Galaxia. UAM, México, 2007).
Un día
me levantaré del escritorio
y comenzaré a distanciarme de las palabras
de ustedes
y de las cosas, una por una.
Veré en la
lejanía una montaña
e iré hacia ella
hasta que
la montaña quede atrás.
Luego iré a
la siga de una nube
y la nube
quedará atrás.
También el
sol quedará atrás
y las
estrellas y todo el universo…
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