En la inflexión del olvido
dejo los sentimientos.
Llorar, equivale
a acercar lo lejano,
a doblegarme
ante las puertas
que se cierran
y fotografías
donde no se distingue
el hundimiento de la sombra.
No voy a llorar
cuando mueras, padre;
no voy a agregar
más lágrimas
a las lágrimas,
más palabras
al lenguaje descompuesto
de la ausencia.
Vivir consistirá
en extender la mirada
sobre el desierto
y duplicar, dentro de ella,
el color de la espuma,
el color del fuego
encendido de los campos.
Luego, hallaremos
otros rostros
entre el principio y el final.
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