La ciudad atravesada por el tiempo
y los puentes.
Sobre todo los puentes
bajo el sol, la lluvia, la niebla.
El tiempo sobre estructuras
de fierro y concreto;
se asciende
—hay puentes jorobas—
para hundirse en el día
su mezquindad.
[El día
como un fango de ciénaga]
Los puentes son eternos, dicen.
Y caen
frente a los ojos calcinados
de los transeúntes;
niños,
mujeres,
atestiguan la fuerza brutal
de dios y el diablo.
En medio de la nube gigantesca de polvo
los puentes
—alguna vez representaron el triunfo,
los números precisos de la ingeniería—
son tristeza congelada.
Y el tiempo.
Otra vez el tiempo
derramado bajo el sol,
la lluvia, la niebla.
Publicado en el suplemento cultural
Confabulario, del periódico El universal.
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