La memoria, esa caprichosa


No sé exactamente qué definición darle a la memoria: 1. Capacidad mental que posibilita a un sujeto registrar, conservar y evocar las experiencias (ideas, imágenes, acontecimientos, sentimientos, etc.). 2. Potencia del alma, por medio de la cual se retiene y recuerda el pasado. Sin embargo, y en esto estoy de acuerdo totalmente con Carmen Ávila, la memoria, no es más que capricho que muestra lo que quiere o lo que puede. Hay lugares a los que asisto, lugares de la infancia o de la primera juventud, y son lugares totalmente nuevos. Si me dicen: acuérdate, aquí ocurrió tal cosa, o Mario dijo esto y Lourdes respondió aquello, la memoria, esa caprichosa, es página en blanco. No recuerdo palabras, olores, sensaciones, el agua fría de aquellos ríos o el rumor de las hojas de la caña. He realizado viajes de los que tengo sólo detalles, no la crónica completa de Playa del Carmen, por ejemplo, Ixtapan de la Sal, ciertas calles de Toluca, un encuentro de escritores en Zamora, un viaje sorpresivo a Tijuana, al D.F. Chihuahua, Veracruz. Es recorrer esos lugares, una vez más, pero desde lo que no existe bajo la capa última de la memoria. Hay acontecimientos, el amor y la muerte, de los que la memoria no guarda registro. La memoria, esa caprichosa, acaso mi único contacto con el pasado, se borra o se resetea como cualquier computadora, pero sin previamente guardar los cambios. No obstante, la memoria no olvida el dolor, la soledad, el abandono. Los días malos persisten, trastocan infinitamente la herida. Y esta memoria ¿hará perdurable mi recuerdo en las personas que amo, los libros escritos, las fotografías alguna vez tomadas? La memoria, ¿me volverá eterna?

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