La
poesía contemporánea plantea un cambio en la manera de abordar la tradición
poética, así como en el análisis y la reflexión en torno a la historia de las sociedades.
La poesía es otra y, más aún, la poesía escrita por mujeres; una poesía decidida
a transformar paradigmas. Uno de ellos, como se prueba en la poesía de Anne
Carson, es el trabajo elaborado en torno al yo femenino; se apropia de una
identidad que, en otros momentos de la historia, había sido negada. Esta
liberación representa un camino largo que estalla en el siglo XIX y que, con
las vanguardias, tomará un fuerte impulso. Se rompió el silencio. La poesía de hoy
destroza mitos falsos, examina discursos y hurga decididamente dentro del
lenguaje, ese espacio universal que es a la vez privado y público.
Anne
Carson nació en Toronto en 1950. Ensayista, traductora y poeta, se formó en
lenguas clásicas y se desempeñó como profesora en las universidades de
Michigan, NYU, Princeton y McGill. Ha publicado varios volúmenes misceláneos de
poemas y ensayos, entre ellos Plainwater: Essays and Poetry (1995), Glass,
Irony and God (1995), Men in the Off Hours (2000), The Beauty of
the Husband (2000, Premio T. S. Eliot de poesía) y Decreation
(2005); así como una novela en verso, Autobiography of Red (1998), el
ensayo Economy of the Unlost (2002) y un volumen con sus versiones de la
poesía de Safo, If Not, Winter (2002). Además, ha sido dos veces
finalista del National Book Critics Circle Award. En español se han publicado La
belleza del marido (un ensayo narrativo en 29 tangos) (2003, trad. Ana
Becciu) y Hombres en sus horas libres (2007, trad. Jordi Doce). La
autora ganó el Premio Internacional de Poesía Manuel Acuña en Lengua Española
2019, convocado por la Secretaría de Cultura de Coahuila, en la categoría de
Trayectoria poética. Esta edición del Premio Internacional Manuel Acuña de Poesía
conmemorará el 170 aniversario del natalicio del poeta coahuilense. La
premiación se llevará a cabo en el marco de la Feria Internacional del Libro
Coahuila 2020, a realizarse del 24 de abril al 3 de mayo.
La
belleza del marido, un ensayo narrativo en 29 tangos (Lumen, 2003) nos coloca
en el centro de un matrimonio destruido. Un escenario, su ensamblaje, que
provoca aborrecimiento. La belleza del marido es la revisión a los roles
y las funciones que tanto el hombre y la mujer se adjudican dentro de éste, los
hábitos, los afectos, los papeles que se juegan y, en consecuencia, la
vinculación con los hijos. El matrimonio que nos presenta Carson está muy lejos
del matrimonio romántico en el cual a la mujer se le ve como objeto idealizado,
colmado de virtudes, atavíos. Los estilos del amor evidentemente han cambiado
(en el siglo XVI prevale la pasión ferviente, apasionada; el siglo XIX insertará
en la relación amorosa, otros elementos como el poder adquisitivo: ropa, casa,
viajes, coches, etc.), aunados a los nuevos modos de cortejar y de establecer
una relación íntima. En La belleza del marido, como en la universalidad
de la vida en pareja (matrimonios), el pacto (amor, fidelidad, devoción…), se
transgrede y lo que era dulce se vuelve amargo, o dulce y amargo al mismo
tiempo, como queda evidenciado en Eros. El dulce amargo (Fiordo
Editorial, 2015).
El
deterioro de la relación amorosa es tema central de La belleza del marido
o las variaciones de un tango que como el matrimonio “hay que bailar hasta el
final”. El modelo triádico del “acontecimiento narrado”: el esposo, la esposa y
la amante, duplica —a manera de espejo— la composición
del libro: los textos de Keats (que forman parte también del libro Eros,
publicado en 1986), al inicio y al final de cada poema y la contextura de éstos.
Otros recursos literarios y retóricos que predominan en el libro son: el lenguaje,
el comentario metaléptico, la ironía, la técnica de
la in medias res y el ensamblaje complejo de los textos.
Desde
el primer poema, el amor y la exacerbación del deseo sexual se muestran
aniquilados; no existe es brevísimo instante que coloca a los enamorados fuera
de la razón, fuera de la voluntad. Rige la fuerza inversa de los impulsos. Es
decir, los amantes están dentro de una emboscada y buscan demorarla, pausarla.
Leamos: “Una herida despide su propia luz / dicen los cirujanos. / Si todas las
lámparas de la casa se apagaran / podrías vendar esta herida / con el
resplandor que de ella surge. // Ofrezco gentil lector tan solo una analogía. // Una demora. // «Utilizar demora en lugar de cuadro o
pintura… / una demora en vidrio / como si dijeras un poema en prosa o una
escupidera de plata.» […] ¿Qué es lo que se demora? / El matrimonio, diría. / Ese
espacio oscilante, como lo llamaba mi marido. / Mira cómo resplandece / la
palabra”.
Resaltan de estos versos las palabras “herida”, “analogía”,
“demora”, “vidrios”, “espacio oscilante”. ¿En qué momento, si se deseó con
locura, si se amó de manera enfervorizada, se fundó lo amargo? Es posible
recordar aquí un pasaje escrito por León Tolstói en Ana Karenina: “Antes
de nuestras relaciones íbamos el uno al encuentro del otro, y ahora nos
dirigimos inevitablemente en direcciones opuestas. Y esto no se puede cambiar.”
¿Qué se ama? ¿Aquello que falta en nosotros? Escuchemos a Carson: “Por
qué la naturaleza me entregó esta criatura; no digáis que lo elegí / sino
que me
aventuré: / por cierta pura gravedad de la propia existencia, /
¡una conspiración del ser!”.
Una vez más, el poema exige la reflexión: ¿Es libre elección o ardid del
destino?
Más allá de la falta de orgasmos, ese bálsamo que debiera curar, los
celos son un argumento más para la desilusión erótica. Veamos: “Ah no somos
enemigos dijo él. ¡Te quiero! Os quiero a las dos. / ¿No es el señor Rochester
que aprieta los dientes y nos dice / en menos de dos minutos con su verde siseo
deslizante // que los celos pueden devorar un corazón por entero, habiéndosele
ocurrido esta fórmula / mientras estaba sentado en el ámbar y el almizcle // de
un balcón de París / observando llegar a su belleza operística del brazo de un
caballero desconocido? / Seguir siendo humano supone romper un límite. / Ámalo
si puedes. Ámalo si te atreves”. Los celos, que con lágrimas apagan el fuego,
parafraseando un poema de Sor Juana Inés de la Cruz, resultan muy del estilo shakespereano;
por su intensidad, por su pasión excesiva, son gradación tragicómica.
Es inevitable la referencia de este poema a la novela Jane Eyre,
escrita por Charlotte Brontë y publicada en 1847. Recordemos el diálogo entre Miss. Eyre y Mr. Rochester: “Y he aquí que, mientras,
alternándolos con chupadas al cigarro, estaba croquant —¡perdón por el
barbarismo!— unos bombones de chocolate y contemplando los elegantes carruajes
que se dirigían por la calle hacia la cercana ópera, vi llegar uno, tirado por
dos caballos ingleses, en el que reconocí el que regalara a Céline. Mi bella
volvía. El corazón me latió con impaciencia. La puerta del hotel se abrió y mi
hermosa bajó del coche: la reconocí, a pesar de ir cubierta por un abrigo,
innecesario en aquella cálida noche de junio, por sus piececitos que aparecían
bajo el vestido. Me incliné sobre la barandilla y ya iba a exclamar: «¡Ángel
mío!», cuando me detuve al ver otra figura, también envuelta en un gabán, que
descendía del coche después de Céline y que pasaba, con ella, bajo la puerta
cochera del hotel”. Ambos textos manifiestan —trastocando el tiempo y la construcción
de las relaciones de pareja—, el modo de vivir los celos y la forma en que, a
partir de ellos, se concibe la relación amorosa.
La ironía es un recurso más en la poesía de Carson. Además de las
citas de Keats —que merecen comentario aparte—, los títulos de los poemas y los
comentarios metalépticos, exhiben lo opuesto dentro de la realidad poética. Y lo
opuesto es grotesco o infausto. Por ejemplo, la belleza en el primer poema del
libro se muestra redonda, completa, ideal. No obstante, se derrumbará como el
matrimonio. Será la ironía la que evite el fatalismo insulso. ¿Es la atracción,
el amor, el placer, el dolor, la ruptura, los celos, el odio, motivo para la
escritura? Los últimos dos versos del texto son una afirmación.
Otro ejemplo del recurso de la ironía lo tenemos en el poema que
lleva como título: VIII. ERA TAN SOLO LA COLADA NOCTURNA RESTALLANDO SUS
VOCALES EN EL TENDAL CUANDO MADRE DIJO QUÉ ES ESE RUIDO. La ironía y el uso de
la técnica in medias res. El texto menciona las cartas que la joven
recibe del amante, cartas que llegan a su vida “como polen y la tintaban”. La
madre lee algunas y otras no, pero la familia se ve en la necesidad de mudarse
de ciudad para evitar que continúe recibiendo tal poesía. La historia, in
medias res (latín: 'hacia la mitad de las cosas'), traza primeramente una
reflexión sobre el concepto “verdad”; una verdad bajo los estratos de la ironía
o “la apariencia de la verdad: en capas y elusiva”. La historia —parte central
del poema—, prueba el fracaso del amor: sólo a través de cartas, esos entusiasmos-chantajes
breves de la imaginación, el hombre se muestra poseedor de mecanismos
libidinosos. Una ironía más, como la ironía de tener poder sobre el otro. Leamos:
“Al cabo de un año nos mudamos a otra ciudad / y por supuesto la distancia no
hizo nada, él daba lo mejor de sí en sus cartas. / Un hábito temprano el secretismo,
«chantaje de lo profundo» una ley molecular. / Examinémoslo. // La represión
dice más sobre el sexo que cualquier otra forma de discurso / o al menos eso
dicen los modernos expertos. ¿Cómo consigue alguien / tener poder sobre otro?
es una cuestión algebraica / solías decir. «El deseo duplicado es amor y el
amor duplicado es locura.» / La locura duplicada es matrimonio / añadí / cuando
el sarcasmo se enfrió, sin intención de establecer / una regla de oro.
A diferencia del historiador —como se advierte desde Aristóteles y
Horacio, hasta el renacimiento—, el poeta debe narrar la historia, no como
sucedió, sino como debería suceder. Esta es la idea de la técnica in medias
res que Carson adopta en sus poemas. La Epístola a los Pisones (Epistula
ad Pisones, en latín) del poeta Horacio, más conocida como Arte poética
(Ars poetica), establece los parámetros. Patrizia Campana en su texto “In medias
res: diálogo e intriga en el primer Lope” explica que para Horacio, poeta lírico y satírico en lengua latina, el
historiador tiene que narrar las cosas desde el principio, según el orden en
que sucedieron; el poeta, en cambio, “está llamado a seguir otra
disposición de la materia {ordo artificialis), trastrocando la narración lineal
de los hechos y empezando in medias res, en medio de los
acontecimientos, arrastrando al lector (o al público) al centro de la acción
—como si ya se conociera—, y recuperando con una narración posterior los
sucesos previos”. Expliquemos con un poema de Carson: “En
el esfuerzo por encontrar el propio camino entre los contenidos de la / memoria
(enfatiza Aristóteles) / un principio de asociación es muy útil / «pasando
rápidamente de un escalón a otro. / Por ejemplo de leche a blanco, / del blanco
al aire, / del aire a lo húmedo, / después de lo cual uno recuerda el otoño
suponiendo que uno esté intentando / recordar esa estación». / O suponiendo, / gentil
lector, / que tú estés tratando de recordar no el otoño sino la libertad, / un
principio de libertad / que existió entre dos personas, pequeño y feroz / como
suelen ser los principios; pero ¿cuáles son las reglas para esto? / Como él
dice, / la locura puede ponerse de moda. / Pasa entonces rápidamente / de un
escalón a otro, / por ejemplo de pezón a duro, / de duro a cuarto de
hotel, / de cuarto de hotel / a una frase encontrada en una carta que él
escribió en un taxi un día en que él pasaba / su mujer / caminando / al otro
lado de la calle y ella no le vio, ella iba / —tan hábiles son los procedimientos
del estado de flujo que llamamos / nuestra historia moral no son casi tan
precisos como las proposiciones / matemáticas pero escritos en el agua— / de
camino al juzgado / para ordenar los papeles del divorcio, una frase como / tu sabor entre las
piernas.
Acercarse a la poesía
de Anne Carson requiere una disposición plena a la interpretación de sus visiones.
Una lectura simplona dará como resultado poemas de estructura irracional. Luis
Bugarini, en su texto “Anne Carson, pasión por el signo” (La razón, 15 de marzo
de 2019), explica la dirección que toma su discurso: “En su búsqueda de una voz
personalísima, la autora canadiense escribe desde una intersección que conjuga
el refinamiento del mundo antiguo, vía Grecia y Roma, para llegar a la esquina
más deslumbrante de Nueva York, Tokio o Londres. Es una estética que se
persigue a sí misma como atemporal, lejos de cualquier consideración de signo
nacionalista. En su obra late una vocación: el lenguaje y el uso más certero
que pueda hacerse de él”.
Otro motivo es la tensión. El acontecimiento amoroso y de ruptura,
como ocurre en La belleza del marido, o la pérdida del hermano (de quien
no sabía nada desde hacía años) en Nox, crean tensión. El pasado, el
presente, el futuro, el azar o el destino están sujetos a debate. Y de este
debate, la poeta, nos hace partícipes. Su método: el artificio de la forma
poética. Es decir: la apropiación de la cultura que lo enmarca, su organización
o reorganización; el proceso de recreación de los sucesos; la doble orientación
y conciencia del tiempo; la secuencia de los sucesos relatados, su proceso dialéctico,
significativo y reflexivo. Leamos: XI. HAZ TUS DIVISIONES DE ACUERDO CON LAS ARTICULACIONES NATURALES DE LA
FORMA LE DIJO SÓCRATES A FEDRO CUANDO ESTABAN DISECCIONANDO UN DISCURSO SOBRE
EL AMOR Por qué la naturaleza me entregó esta
criatura; no digáis que lo elegí
/ sino que me aventuré:
/ por cierta pura gravedad de la propia existencia, / ¡una
conspiración del ser!
/ Éramos quince.
/ Era en clase de latín, primavera tardía, al final de la tarde,
perifrástica pasiva,
/ por alguna razón me giré en mi sitio / y ahí estaba él. / Ya sabes dicen que un carnicero zen hace un solo
corte preciso y el buey entero
/ se derrumba
/ como un puzle. […] // puede ocupar el lugar del imperfecto o del subjuntivo
pluscuamperfecto / en una situación contraria a los hechos. / Adeo parata seditio
fuit / ut Othonem rapturi fuerint, ni incerta noctis timuissent.
/ Tan avanzada estaba la conspiración / que hubieran podido capturar a Otón si
no hubieran temido los peligros de la noche. / ¡Por qué conservo / esta frase
en la memoria / como si hubieran pasado tres horas y no treinta años! / Sin
escudo aún, de noche ya. / Cuánta razón tenían de temer sus peligros.
El último poema del libro concede a
la poesía el poder de sanar, de ser bálsamo eficaz para curar las heridas del
cuerpo y del alma. El poeta Joan Margarit (Segarra, 1938), autor de los libros Cálculo
de estructuras, Casa de Misericordia, Se pierde la señal, entre
otros, que en 2019 se le concedió el más prestigioso galardón de las letras
hispanas, el Premio Miguel de Cervantes está convencido del poder sanador de la
poesía como “instrumento de consuelo ante las penas de la existencia del ser
humano” (Talento a bordo [Página web] 12/12/2019). Carson, así lo dispone: se
dobla la página y se sigue de frente. Leamos: “Duele estar
aquí. / «Solo tú pudiste escapar.» / Contar una historia sin contarla: /
querida sombra, esto lo escribo despacio. / Ella con sus inicios. / Yo con mis
finales. / Pero todo vuelve / a una luna azul de junio / y a una noche
mancillada como dicen los poetas.
Foto: amazonaws.com
Texto completo. Se publicó de manera resumida en Siglo Nuevo, revista cultural del periódico El siglo de Torreón.
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