Lluvia
Llueve otra vez. Llueve de nuevo. Llueve:
siempre el amor me llega con la lluvia.
Sobre la calle una llovizna breve
y aquí en mi corazón, cómo diluvia...
Llueve. Y el agua cae sin relieve
sobre las piedras, ávidas de lluvia.
Aquí en mi corazón, cómo remueve;
aquí en mi corazón, cómo diluvia.
Siempre el amor me llega así. Sin ruido,
con silencioso paso estremecido:
niebla menuda que después diluvia.
Siempre el amor me llega así, callado,
con silencioso andar desesperado...
Y no sé dónde estás. Y está la lluvia.
Ni una palabra quedará, siquiera...
Ni una palabra quedará, siquiera,
amor que eras mi amor, que eras mi vida.
Ya no te digo adiós, ni hay despedida
ni volveré a llorar por lo que fuera.
Dónde quedó el terror frente a la espera,
dónde el pretexto fácil de la huida:
estoy de pronto, como adormecida,
brazos ausentes, párpados de cera.
Amor que eras mi amor, estas tan lejos
que tu imagen se vela en los espejos
y está la niebla donde había llamas.
Oigo que rondas pero no te veo,
vuelvo a escuchar tu voz, pero no creo.
Ya no importa si estás ni si me llamas.
No amarse ahora, pero haber amado...
No amarse ahora, pero haber amado.
Y encontrarse otra vez... Recuerdo grave
como el de alguna flor de aroma suave
que se mustia en un libro ya olvidado.
Va surgiendo el recuerdo desvelado:
una palabra, un gesto... Es una clave
que nadie descifró, que nadie sabe;
recinto nuestro, cántico inviolado.
Estamos en silencio, frente a frente.
Y sin verte, yo sé que me has mirado
con no sé qué recuerdo transparente
en los ojos lejanos... No has cambiado.
Y es dulce estarse así, indolentemente,
pero no amarse ya. Haberse amado.
Fotografía tomada de Internet.
JULIA PRILUTZKY nació en Kiev (Ucrania) en 1912 y falleció en Buenos Aires en 2002. Comenzó su carrera literaria en Argentina y también realizó la carrera de Derecho y trabajos periodísticos. En Buenos Aires tuvo una vida cultural sumamente activa, no sólo escribió numerosos poemas sino que además conoció a otros poetas con quienes concertó tertulias para compartir el amor por las letras. Allí también comenzó a trabajar como periodista; entre las labores que realizó en este sector, se destacan sus colaboraciones en el periódico La Nación y las revistas "El mundo" y "Para tí". Cabe mencionar que a lo largo de su carrera realizó importantes reportajes, que le dieron una fama mayor. Formó parte del PEN Club y de la Real Academia de las Letras de Sevilla y participó de numerosos eventos poéticos. Entre sus obras publicadas pueden destacarse Pablo en nuestra piel; Títeres imperiales; La patria y Quinquela Martín, el hombre que inventó un puerto.
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